Exparlamentario y exdirigente nacional de Acción Democrática en los 80 años del nacimiento del partido
Entrevista publicada en el diario El Venezolano de Miami, EE.UU, Edición 1274, Año XXX, Nº 02 del 16/09/2021
Ramón Navarro
El partido del pueblo –el primer partido de masas en Venezuelaestá en una encrucijada. ¿O estuvo? Ya sabrá cómo salirse. No nació en esas circunstancias, pero en las actuales ha recibido un fuego cruzado de enormes proporciones. Porque la evolución histórica de Acción Democrática, ha sido un carburante para la construcción de la democracia en Venezuela, aun cuando sobre su línea de desarrollo esté plasmada su leyenda negra, así como su leyenda dorada.
Héctor Alonso López, ex dirigente nacional de AD, y exparlamentario, un hombre de recto proceder, juicioso y polémico, integró el alma del partido en una época turbulenta, en la que había que aferrarse a los ideales, o morías simbólicamente, como le ocurrió en el 1996, junto a 17 mil militantes, por simpatizar con Carlos Andrés Pérez.
La organización política está cumpliendo 80 años. Nació un 13 de septiembre de 1941, y nunca en todo este periodo previo a la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, y previo a la dictadura de Chávez y Maduro, ha sido miel sobre hojuelas su devenir. Fue, es y será, centro de todo tipo de amenazas, deslealtades, crisis profundas, renacimientos, venganzas palaciegas, toda esa inmundicia que frecuenta la política, y nunca muere y siempre está de blanco. Siempre tiene seguidores.
Como si estuviera preanunciado su derrotero, AD no fue otra cosa que la extensión del Partido Democrático Nacional, PDN, su inevitable antecedente, nombre que le permitió mantenerse en la clandestinidad, antes de legalizarse en el gobierno de Medina Angarita. Mientras tanto, su líder y fundador, Rómulo Betancourt, ajustaba sus planes a mediano y largo plazo, y el 18 de octubre de 1945, léase bien, AD, en compañía de un sector militar, dan el golpe de Estado a Medina Angarita, instalan una Junta Revolucionaria, llaman a una Asamblea Nacional Constituyente, y convocan a la población a las primeras elecciones universales, directas y secretas en la historia de Venezuela. El trienio adeco hace de coro griego.
-Sin ánimos reduccionistas, ¿nos podrías sintetizar lo bueno, lo malo y lo feo de AD en sus 80 años de existencia?
Acción Democrática, como creación histórica, tiene sus raíces en lo más profundo del quehacer americanista y venezolanista, cuya luz de justicia, de equidad e igualitarismo se nutrió del sentimiento libertario, de la rectitud y la grandeza de Simón Bolívar, de José Martí, de Gandhi, de José María Vargas y de las corrientes universales de pensamiento. Desde la clandestinidad y desde el poder, Acción Democrática logró conquistar para los venezolanos el mundo de la libertad frente al escepticismo planetario de esos momentos. Frente al pensamiento occidental, el marxismo y el “dependentismo” que creían que ello no era posible. Acción Democrática intuyó lo que, con el tiempo, se comenzó a ver como una realidad para el planeta; la única manera de convivir es a través de la libertad. No fuimos capaces de evaluar nuestro rumbo para garantizar que seríamos capaces de mantener lo que muchos llegamos a pensar era un milagro, que, habiendo logrado grandes transformaciones, como la modernización del Estado, inmensos avances en la democratización de la educación y de la salud, de la renta petrolera, así como una acelerada y gigantesca infraestructura física, que, con el tiempo, se tornó en lo malo de lo bueno.
-A los 17 años se hizo militante de AD, ¿Qué le sedujo de la tolda blanca en esos años? ¿El mandato de Raúl Leoni le decía algo?
Me sedujo, aún, siendo muy joven, ver a una pareja presidencial predicando con el ejemplo: fue un presidente bueno, y su esposa Doña Menca, mejor.
-¿Hay algo de lo que puedas hacer mea culpa en AD?
Que los síntomas de esa crisis que encontramos, por un lado, en la incomprensión de captar la nueva política económica impulsada por el Presidente Carlos Andrés Pérez, cuyo objetivo era revisar y modificar la concepción económica y política bajo el marco de un Estado rentista, y por el otro el inicio de un desfase entre los partidos y el pueblo, no pudimos lograr impedir que las consecuencias de esas fallas nos hayan traído a los eventos y hechos que hoy vivimos.
-Hay sucesos que marcan; la expulsión de CAP del partido en 1993 ¿Crees que esa herida aún sigue abierta?
CAP ha sido una herida profunda por la injusticia compartida. A CAP lo humillaron, pero esa herida debe quedar registrada en la memoria histórica como un hecho muy grave en la historia contemporánea de Venezuela. Pero es un capítulo que se debe cerrar. Venezuela, a lo largo de su historia, ha sufrido demasiado por los odios y las venganzas. Sobre estos temas conversé muchas veces con CAP, y me dijo reiteradamente: no nos dejemos enfermar por el odio.
-En 1967 AD vive una profunda crisis interna, y eso provoca la división más importante sufrida por este partido, -surge el MEP- esto le costará la elección presidencial de 1968, y la primera derrota electoral de su historia. ¿Qué ha aprendido AD de sus tropiezos?
En 1967 viví momentos muy dolorosos de mi militancia en AD. No concebía que dos hermanos, compadres y masones, pudieran ser protagonistas de la severa y traumática división que nos llevaron a perder el poder. En los tiempos posteriores he releído la carta de Rómulo Betancourt enviada a la Dirección Nacional donde ofrecía asumir el reto de venir a rescatar al partido, pueblo a pueblo. Esa carta me la leyeron dentro del más grande misterio y secreto. El que lea esa carta hoy, entenderá mucho del presente.
-Acción Democrática entre 1958 y 1998 dominó el escenario electoral venezolano como partido político, y aunque pierde las elecciones presidenciales de 1968, 1978, 1993 y 1998; se mantuvo como la primera fuerza política en el parlamento. ¿Qué hacer para recuperar ese liderazgo?
Acción Democrática debe decirle la verdad a Venezuela. La autocrítica, ausente desde mucho tiempo, debe reaparecer. Venezuela tiene derecho a una memoria histórica sin falsificaciones. Eso nos hará más fuertes. Hasta los Papas han perdido perdón a lo largo de la historia y allí está la institución de la Iglesia Católica, fuerte y sólida. El mea culpa mayor será que le expliquemos porqué después de 80 años de hermosa existencia, hoy tengamos 63 años de haber repuesto la democracia y Venezuela está sumergida en una dictadura devastadora. ¿Qué nos pasó? Con la verdad por delante, por dura que sea, estoy seguro que también con nuestra herencia histórica podemos encontrar de nuevo la comprensión, y lograremos refundarla, sólo si a ese pueblo le volvemos a dar su papel protagónico; sólo si entendemos lo que somos y lo que hemos sido, avanzaremos hacia un porvenir más luminoso.
-En un artículo reciente, ud, señaló que el Senado de la República dio luz verde al juicio contra CAP, aun cuando AD tenía mayoría en esa cámara. De los 28 senadores, solo 4 se opusieron, que el tiempo demostró que ese día regalaron a Venezuela. ¿Eso pudo haber sido parte del fermento del que echo mano la izquierda para, seis años después, asumir el poder?
Lo que ocurrió con Carlos Andrés Pérez fue un barbarismo. No hay nadie en AD que convalide hoy los argumentos tan calumniosos que lo sacaron del poder y lo llevaron a la cárcel. No tengo dudas de que la salida abrupta de CAP generó un vacío que desafortunadamente, a la corta, lo llenó este proyecto militarista. Se produjo la gran paradoja que el militarismo derrotado militarmente conquistara el poder por los medios por lo que sólo lo hacían los civiles.
-Cómo evalúas que AD haya llamado a la abstención en las parlamentarias de 2005, con Henry Ramos Allup a la cabeza, jugando al fuera de juego, y la democracia fue terriblemente goleada. Igual ocurrió en las Presidenciales de 2006. ¿Hasta dónde ha dejado secuelas este hecho en la estructura organizacional del partido?
Yo estoy convencido que el drama de AD es que ha terminado siendo una maquinaria electoral y no un pueblo hecho partido. El electoralismo permitió que se fuera apagando el fervor, el entusiasmo y ¡qué decir de la mística perdida! El líder pasó a ser, no a quien más se respetaba, sino a quien más se temía. -Cuáles son las causas reales de la decadencia de AD? ¿Qué porcentaje se lleva la corrupción? Nos fuimos relajando en nuestros principios éticos. Sólo eran corruptos los que no pertenecían a los que estaban con cada quién; que, de paso, siempre fueron muy pocos.
-A ud lo sacan del partido en 1996, es decir, lleva 25 años siendo adeco de corazón, ¿por qué lo desvinculan, por ser amigo de CAP?
En 1996 no había bastado sacarme del CEN de AD en un CDN realizado en Caraballeda después de la expulsión de CAP que el 15 de enero, irónicamente, el Día del Maestro, me pasaron al Tribunal Disciplinario y después fui excluido. Pero ese día también fueron excluidos 17 mil militantes. Todos cometimos el mismo “pecado”. Ser amigos de CAP. Nos fusilaron, mucho antes que llegara el chavismo.
-¿Quiénes ha sido las auténticas figuras que le han hecho daño al partido, bien sea por acción u omisión?
Yo puedo tener antipatía por alguien, pero jamás cometería larresponsabilidad de decir que alguien en particular tiene la responsabilidad de una tragedia como esta. Pero no hay duda que Luis Alfaro tiene la mayor responsabilidad, no porque -creo yoestuviera entre sus planes, sino porque tuvo el respaldo del CEN. Ahora bien, aquí sucede una de las ironías del caudillismo: contando con el apoyo de ese CEN que defenestró a CAP, con esos mismos, lo hacen candidato Presidencial, y esos mismos, luego estaban destruyéndolo y terminan expulsándolo.
-De acuerdo con su experiencia, ¿qué ha hecho bueno y que ha hecho malo Juan Guaidó?
Hay un dato que no podemos dejar aparte para evaluar el contexto histórico de lo que estamos viviendo: Juan Guaidó tenía apenas 15 años cuando toma el poder el chavismo. Después de 63 años de recuperada la democracia, los acontecimientos le abrieron compuerta a una nueva generación, pero ¿de qué manera? Me pregunto si será posible afincar todo el peso de una responsabilidad compartida en quien, como consecuencia de un pacto político-electoral, siendo Presidente de la Asamblea Nacional, llegó a ocupar una posición a la que tal vez no soñó nunca llegar. En un drama sin referentes, Venezuela llegó al punto más crítico de su crisis histórica tratando de dirimir la lucha por el poder debatiéndose entre un engendro bicéfalo. El problema no es Juan Guaidó, es la crisis del liderazgo, es de la sociedad todo, porque, de lo contrario, estaríamos continuando con concentrar en una sola persona lo bueno o lo malo que colectivamente como país hemos hecho o dejado de hacer.
-¿Es el voto el espacio para dirimir los conflictos en Venezuela?
El problema no es el voto. Votar en Venezuela fue un deporte nacional; sin duda, el más popular. Hoy rogamos por él, pero es del sistema del que se desconfía, y también de la clase política. Nadie cree en nosotros.
-Aristeguieta Gramcko dijo que la dirigencia política de ahora no es otra cosa que unos muchachos que no hacen sino pelearse unos contra otros, contrario a la formación doctrinaria de la vieja dirigencia de AD y Copei. ¿Cuáles figuras rescataría en los actuales momentos?
La política está en su peor momento. De Chávez aprendimos que lo primero que había que hacer era destruir la reputación moral de los adversarios. Decidimos descalificarnos. Así las cosas, si no se logra la descalificación del oponente, entonces no eres exitoso… y muchos decidieron parecerse a Chávez. Por eso, la Venezuela del futuro deberá contar con protagonistas que busquen emular las virtudes de pol’iticos como Gonzalo Barrios y José Antonio Pérez Díaz.
-¿Cuál es su diagnóstico actual de AD?
Tiene problemas serios que seguramente se han podido evitar, pero también nos hemos envejecido; nadie nos dejará de dar cariño, como a cualquier abuelo, pero no será fácil que nos inviten a la discoteca.
-¿Qué opinión tienes de las reuniones en México?
No tengo opinión, porque no conozco las interioridades de esa reunión. No me gustaría especular, no debo ser un irresponsable. Sólo acotaría que, creyendo lo que creo, la solución a la gravísima crisis histórica de Venezuela se debe alcanzar civilizadamente, y por la vía de la negociación, pero mis temores son que se lleguen a acuerdos parciales y no a una solución global. El grave escollo es si habrá liderazgo para convencer al país de lo acordado.
-¿Cuál debe ser el rol de AD en las elecciones del 21 de noviembre?
Un inmenso reto en el medio de la peor precariedad del país. La vía electoral para los demócratas es siempre la correcta, pero esta elección no será la solución. Puede ser útil para otras cosas, pero no ofrecerle al país como solución ante la más miserable tragedia a la que hayamos sido sometidos. El peor gobierno de la historia está jugándose la permanencia en una “victoria electoral” es un riesgo inaceptable. AD, el más grande e importante partido de la historia contemporánea, asiste insólitamente con dos tarjetas: una en concesión, y la otra prestada.
-¿Cuántas oposiciones hay en Venezuela?
Hay como arroz. En Venezuela, donde la democracia se fue hace rato de vacaciones, es cuando más partidos hay. Las oposiciones dependen de muchas cosas.
-¿Cuál es su mensaje a la actual dirigencia adeca, esa que domina el partido con mano de hierro?
AD es demasiado importante para Venezuela ahora como lo fue en sus hermosos comienzos. Ojalá se comprenda que tenemos que actuar radicalmente distinto, gracias también a nuestra excelente obra, pero ya nada será igual.