Respuesta a la carta de Héctor Alonso López

por Antonio Ledezma

Con justificada y comprensible emoción leo carta remitida por Héctor Alonso
López, un hermano de luchas quien además fue nuestro maestro y paradigma de
conducta política en esos tiempos iniciáticos de la carrera política que
emprendimos desde 1972 a nivel nacional. Recibir esa misiva del líder que nos
marcaba el derrotero y hacía sonar el diapasón de nuestros acordes y sueños
juveniles, es renovar esas esperanzas que siguen vivas y vigentes en nuestras
almas y en el sentir de los miles de renovadores esparcidos por toda la geografía
venezolana y ahora también como parte de la diáspora.

Hector Alonso me agradece la referencia que hago sobre su trayectoria en mi
reciente libro ¿De Dónde Venimos y Hacia Dónde Vamos? en el cual señalo «fue
un timonel exitoso del movimiento juvenil a quien se le entorpeció el ascenso a
la Secretaria General de Acción Democrática, hecho que cambió,
indubitablemente, la historia del partido y de alguna manera,
consecuencialmente, la del país”. Como dijo Cecilio Acosta: “hacer justicia no es
favor”. No hice un halago gratuito, lo que escribí sobre tí, Héctor Alonso, es la
fiel descripción de un líder auténtico que estuvo a punto de cambiar el destino
del partido Acción Democrática y que seguramente, con ese proceso de
renovación –para entonces en marcha– le habríamos ahorrado a Venezuela
estos desenlaces que nos empujan, más y más, al fondo del abismo de donde
pretendemos salir lo antes posible. Es pertinente recordar que en octubre del año
1991, tuvo lugar la Convención Nacional del partido, celebrada en el parque de
Naciones Unidas de la Parroquia Paraíso de Caracas. Allí, Luis Alfaro Ucero
aventajó a Héctor Alonso por 72 votos. Insólito resultado, si inventariamos las
consecuencias de algunos sucesos previos, como el escamoteo de la victoria que
días atrás habíamos coronado en los estados Bolívar, Aragua y Mérida, con cuyas
delegaciones hubiésemos consolidado el triunfo de nuestro candidato a la
Secretaria General Nacional.

No quiero jugar a “lo que hubiera sido y no fue”, pero apelando a la imaginación
ligada con hechos absolutamente probables, advertimos la desgracia entrañada
en esos momentos en los que se frustraron nuestras propuestas de cambio en la
conducción de la organización, fracaso que pulverizó la posibilidad de haber
evitado que el partido se plegara a la defenestración del presidente Carlos Andrés
Pérez en 1993.

Con Héctor Alonso –liderando a Acción Democrática–otro hubiese sido el
devenir del partido y no esa historia oscura que nos hizo perder el rumbo como
partido de gobierno y a su vez liquidar el plan económico, político y social puesto
en marcha a partir de 1989, mediante el cual se pretendía dejar atrás el rentismo;
deslastrarnos del pervertido pragmatismo que dio origen al clientelismo que
entre otras expresiones, como las mutuas descalificaciones entre los voceros de
los partidos, alimentaba los sentimientos de la anti política. Se avanzaba a dar el
paso firme hacia la descentralización, a abrir el sendero constitucional de los
derechos y garantías económicas congeladas, reducir el tamaño del Estado, lo
cual no implicaba su insignificancia, sino más bien la redefinición como ente
fundamental de la institución pública: todo lo cual conllevaba una novedosa
mirada a sus capacidades, funciones y misión en el entramado de la Venezuela
que se estaba configurando bajo el segundo mandato de Carlos Andrés Pérez. El
sólo dato qué para finales del año 1991 el crecimiento económico verificado
rondaba los 10 puntos, es más que suficiente para lamentar que se haya truncado
o descarrilado esa locomotora que viajaba hacia el definitivo y luminoso gran
viraje.

Esa visión transformadora tuvo, y tiene, en Héctor Alonso, un pedagogo
predicante para toda Venezuela con un pensamiento vigente que se resume en
sus dos más sobresalientes pensamientos, uno convertido en libro y el otro
hecho formulación y práctica. Primeramente, la política con rostro humano, el
rostro humano de la política: mentís formidable del maquiavelismo criollo que
impuso, en degradación salvaje, el método «catch as catch can» en la política
venezolana y desde luego en la política interna en AD, cuyo mejor resultado fue
la felonía contra Carlos Andrés Pérez. El otro pensamiento, o cambiamos o nos
cambian, que lejos de entrañar una admonición retrechera o de pesimismo, es
un cuasi silogismo de la inteligencia de vida de él, Héctor Alonso, que ha
concebido la política como un ejercicio para servir, no sólo en la hora exigente de
la representación sino en el tiempo de la confianza entregada, que, echada al
olvido, o distraído del compromiso inicial, la paciencia y tolerancia popular
agotada y perdida termina cambiando de sentimiento y querencia. No siendo una
frase apocalíptica tuvo algo de profética. O cambiamos o nos cambian fue
también una frase de alto contenido ético: todo pueblo está en la obligación de
cambiar de emoción, de convicción, de pertenencia, cuando es abandonado o
descuidado por quienes teniendo la confianza popular la trueca por el goce
particular de beneficios y por el fetiche arrogante del poder, sin servicio, sin
bondad, ni inteligencia ni humildad. Ante todos esos acontecimientos, apreciado
Héctor, estimo que es hora de realizar una indispensable e ineludible jornada de
autocrítica que nos permita sacar conclusiones respecto a los errores que todos
cometimos en este trance. Siempre te escuchaba decir que » la autocrítica es la
mejor vía para la rectificación».

Demás está decir que también otra hubiese sido la percepción social y la
dinámica del escenario político frente al golpismo impulsado, entre otros, por
Hugo Chávez y el siniestro plan de los protagonistas de la «rebelión de los
náufragos».

El pasado domingo 12 de septiembre, Héctor Alonso publicó una crónica que
resume ese ciclo histórico de manera extraordinaria y coincido con la
calificación del historiador Ramón Rivas Aguilar al decir sobre ese relato que “se
trata de un juicio del pasado de Acción Democrática y un pronostico anticipado
(sic) de cara al futuro”. En ese diagnostico y en esa visión, y en muchas otras
cosas más, tenemos Héctor y yo, muchas coincidencias.

Pensamos en que ésta es la hora de la unidad con sensatez, unidad con
propósitos, conducida por un liderazgo firme, valiente, inteligente y sobrio,
como esas virtudes que distinguían a Leonardo Ruiz Pineda, según palabras de
Gallegos: “el hombre de la fina valentía y de la gozosa audacia”.

Un liderazgo como lo pidió Jehová a Josue cuando encaró la odisea de llevar al
pueblo a la tierra prometida: «Sé fuerte y valiente…solo esfuérzate y sé valiente…
no temas ni te acobardes». Pensamos que es esta una circunstancia en la que
debemos inspirarnos en los acontecimientos ocurridos en aquella mezcla de
audacia, iglesia, balcón, sotana, mensaje oportuno y pueblo que germinó la
libertad aquel 19 de abril de 1810, porque nuestra intención de independencia
alumbró en una plaza pública –y comadrona fue una asamblea ciudadana– no
en un cuartel, teniendo en cuenta que esas bayonetas fueron desenvainadas
después para cantar victoria en Carabobo el 24 de junio de 1821.

Ciento diez años luego, Acción Democrática dictó una pauta muy nítida en el
Plan de Barranquilla cuando apeló a la necesaria participación de los líderes
civiles para que se dispusieran a administrar los asuntos públicos. Esa línea
cobra mayor justificación ahora cuando estamos padeciendo las nefastas
consecuencias del desempeño desastroso del pretorianismo, posmodernista, de
nuevo cuño.

Otro legado de esa generación prometedora fue su entusiasmo por defender las
garantías que hicieran posible que los venezolanos nos expresáramos
libremente, que pudiéramos divulgar nuestros pensamientos en artículos de
prensa y en los mitines programados como el del 13 de septiembre de 1941 en el
Nuevo Circo de Caracas. Ese acto resume lo que comenzaba a ser en la realidad de
entonces el ejercicio de los derechos individuales de asociación, de participar en
reuniones y a desplazarnos libremente. El derecho de asamblea. El derecho
inalienable que cada pueblo, caserío y aldea, cada barrio y urbanización, tuviera
su asamblea, su comité de base.

Me retrotraigo a esos episodios para fundamentar la aspiración que apellidamos
«renovación» en aquel proceso de los años 1990-1992. Nosotros le estábamos
proponiendo al partido y desde nuestra trinchera partidista al país todo, una
agenda de cambios sin perder la esencia de los mejores tiempos del partido.
Pretendíamos rescatar el propósito originario, betancouriano, de instalar en
Venezuela una cultura civilista.

Queríamos practicar la política con pedagogía y que de los debates callejeros o
mediáticos saliera la voluntad soberana de los ciudadanos, puesta de manifiesto
a través del voto universal, directo y secreto. Por eso AD era más que una
maquinaria arrolladora, era una escuela de ciudadania para que por la vía del
ejercicio democrático se dirimieran las desavenencias, apartando
definitivamente de la escena la presencia grosera y violenta de las montoneras.
Muy claramente lo proclamaron nuestros fundadores que aspiraban ponerle
punto final “al desmigajamiento nacional forjada por politiquillos de aldea, por
miopes caciques de caserío”.

La impronta de AD en la fundación de la democracia es resaltante, diría que
protuberante: así, paradigmático, es como sobresale la figura de Gonzalo Barrios
como el precursor de la alternabilidad, cuando prefirió reconocer o admitir “una
derrota discutible, que defender una victoria sospechosa”, (la diferencia entre
Rafael Caldera y Gonzalo Barrios, en las elecciones de 1968, no fue mayor de 30
mil votos). En 1969 el presidente Raul Leoni traspasó el gobierno a un líder de la
oposición.

Por eso y mucho más calaron aquellas máximas de que Acción Democrática es
“el partido del pueblo”, con su Juan Bimba pertrechado del bollo de pan y
caminando pueblo por pueblo con su sombrero de cogollo en la cúspide de sus
pensamientos y sentimientos, y que el partido había figurado y concebido “a
imagen y semejanza del pueblo venezolano” y que por lo tanto, tal como me lo
recordó, recientemente, mi compañero Justo Mendoza, según palabras de
Andrés Eloy Blanco: “Acción Democrática está en la geografía del venezolano
tanto como en la geografía de Venezuela”. Y es verdad, Acción Democrática era
el reflejo en un espejo del país que se estaba macerando en ideas, líderes, partido
y masas. Era la expresión genuina de esa sociedad policlasista en la que
predominaban las inquietudes liberales.

Por eso mi estimado Héctor Alonso, es necesario e impostergable repensar a
Venezuela. Esa es una de las tareas que me propuse plasmar en mi libro que me
honraste en leer, en el cual no me limito al diagnostico de la catástrofe que nos
oprime, sino que me esmero en articular ideas para la Venezuela que
imaginamos para el futuro. Sigo pensando que el gran objetivo de todo nuestro
esfuerzo debe ser producir el cese de la usurpación e inmediatamente instalar un
gobierno de transición con carácter unitario, con un mínimo de puntos
previamente acordados para reconstruir la República y sus instituciones.

Aplicar un plan extraordinario de carácter social para asistir a la población que
está acorralada en la pobreza, sacarla de ese hueco, y eso no se logrará
limitándonos a poner en marcha métodos de ayudas espasmódicas, que solo
sirven para que esos millones de seres humanos sobrevivan en la miseria y en
correlativo subdesarrollo. Será inevitable activar un plan extraordinario para
renegociar la deuda pública externa, en el entendido de que un país con su
población padeciendo los rigores de una hambruna no puede estar dándole
prelación al pago de una deuda externa que, además, es de dudosas procedencia.

Hay que procurar dinero fresco en el BM, en el FMI, en el BID, etc. Hay que
rescatar capitales robados, crear ambiente atractivo para frenar el
empobrecimiento y para el despegue viable desde la arquitectura de la
prosperidad, con seguridad jurídica, gobernanza, confianza, etc., para repatriar
dineros colocado en el exterior, mientras adentro se rehabilita el BCV y se ataca
la hiperinflación con el diseño de un signo monetario para la coyuntura. El
dinero que se canalice debe orientarse a reactivar el aparato productivo,
garantizando la adquisición de materia prima e insumos necesarios para que las
miles de fabricas e industrias paralizadas se pongan en producción, se genere
empleo, capital social y riqueza interna. De ahí saldrán fuertes palancas para que
la gente emprendedora salga de ese pantano de pobreza: empleos estables y bien
remunerados y una educación de calidad, insisto.

Otro plan a poner en marcha debe ser para rescatar la infraestructura:
acueductos, electricidad (prioritariamente las termoeléctricas), fuentes de gas,
hospitales y ambulatorios, escuelas y universidades, campos deportivos y
centros culturales, vialidad primaria y secundaria, sistemas de riego, silos, y
simultáneamente acordar con el sector agropecuario un fondo para producir por
lo menos 10 rubros alimentarios (seriales, hortaliza, tubérculos, sector cárnica,
leche, aves, porcinos, pesca), garantizándole semillas certificadas, vacunas,
crédito oportuno; un parque de repuestos para la reparación de maquinaria
agrícola, desde tractores, cosechadoras, bombas, vehículos de transporte, etc.
Igualmente deben ser rehabilitadas las miles de unidades de producción con que
cuenta Venezuela a lo largo y ancho del país, tanto como política económica y
laboral, como acto de justicia para con los propietarios confiscados por la
voracidad y la envidia inoculada por los ideólogos enemigos de la generación de
riqueza y bienestar. Habrá que erradicar el mal endémico de la matraca que tiene
sus peligrosos vectores en esas alcabalas de la inmoralidad.

No es noticia nueva para ti Héctor Alonso, ese anterior párrafo, debes recordar
las emocionantes exposiciones de Alberto Herrera y Peña Navas mientras
viajábamos por carretera hacia San Felipe.

La Venezuela rentista debe desaparecer, igual ese mito de que “somos ricos
porque tenemos petróleo”. Será la hora de la economía del conocimiento
entrelazada con una economía solidaria de mercado. Sueño con ese país en
donde se privilegie un gran plan de educación con calidad con una visión de
corto, mediano y largo plazo. La piedra angular de la nueva Venezuela tiene que
ser la educación. De ese tema hablaba con pasión enternecedora tu padre,
Gustavo Amador López. Fue a él, conversando en el apartamento de la tía Delia
en el edificio Claret, en la calle Negrín, de Sabana Grande, a quien le escuche
decir eso de que “la inteligencia que estimulemos en la cabeza de los niños será
el petróleo que nunca se acabará”. ¡Que gran verdad! Ahí está la autentica
riqueza renovable.

PDVSA está seriamente averiada, dejó de ser la segunda transnacional petrolera
del mundo, con 22 refinerías procesando crudo, esa industria que en el segundo
gobierno de CAP llegó a incrementar en un millón de barriles su producción.
Ante su descalabro lo conveniente será crear una Agencia Nacional de
Hidrocarburos, mientras se dicta una nueva ley de esa materia. Un ambiente de
seguridad jurídica generará confianza y estabilidad política, que servirán para
captar capitales financieros privados para acometer la misión de relanzar esos
commodities. Las refinerías y otros enclaves como el de la CVG en Guayana,
deben ser atendidos, en el entendido de que se acabó el Estado benefactor e
intervencionista. Nuestro querido Homero Parra debe estar tarareando en el
cielo estas ideas que tanto discutía con nosotros.

La Venezuela que resurja debe contemplar planes ambientales, esa es una
realidad que nos confirma que la era de la descarbonización está en marcha. Las
energías alternas no deben estar fuera de los planes de esa nueva Venezuela.
Igualmente la realidad de un mundo multilateral en donde Venezuela debería
incursionar con serena audacia, racionalidad y talento. La ciencia y la tecnología
nos rebotan en la cara y la reacción no debe ser esquivar esa realidad. La era de la
cibernética, de las monedas virtuales, es lo empírico, lo fáctico.

Todo eso es posible hacerlo en el marco de una emergencia humanitaria. Pienso
en un Plan Marshall a lo venezolano y en un Plan Colombia adaptado a la
realidad actual de Venezuela, en donde opera un Estado Criminal y Forajido que
será imperioso desarmar y desmantelar. La Fuerza Armada Nacional debe ser
restablecida conforme a lo que dicta la Constitución Nacional en su art. 328.

Debe garantizarse la plena libertad de expresión, cerrar el ciclo de presos
políticos, de inhabilitaciones en Venezuela, discriminaciones de todo orden, y
expulsar del territorio nacional a las fuerzas irregulares que la invaden.
Ese gobierno de transición debe tener un límite de tiempo, no menos de 20
meses. Sus integrantes deberían emular el compromiso de los integrantes de la
Junta de Gobierno de 1945: no competir en las elecciones democráticas que
sobrevengan y en las que no exista la figura de la reelección, que para mi,
debería eliminarse, pero si incorporar la figura de la doble vuelta electoral.

Los nuevos gobernantes deben ser implacables con los responsables del
latrocinio perpetrado y más transparentes que la luz del sol. Pienso como
nuestro admirado Chelique Sarabia que “la crisis más difícil a superar es la
moral”, para dejar esa pandemia que mata los valores será menester muuucha
familia; esta, amenazada como está por el estado totalitario que pretende
convertir el núcleo fundamental de la sociedad –la familia– en un simple
vocablo jurídico, sub iudice de la jerarquía del poder, desprovista de su más alto
propósito: la educación de sus miembros. Sometida al hegemónico estado
comunal para invisibilizarla.

El Pacto de Puntofijo (1958) debe ser de obligatoria consulta como referencia
histórica exitosa. Por eso en las páginas postreras de mi libro presento, a
consideración de todos los sectores políticos, sociales y económicos de
Venezuela, la idea de suscribir un PACTO DE ESTADO en el que incluyamos,
previo debates y acuerdos, los puntos mínimos indispensables para dar lugar a la
reconstrucción o, como sugieren los prelados de la Iglesia Católica, refundación
de la República. Estas son inquietudes que comparto contigo apreciado Hector
Alonso, sin presumir que sean La Biblia, pero sí un humilde ejercicio propiciador
de intercambio de criterios. Lo que sí aseguro es que esta terrible crisis no será
estéril, como tampoco serán en vano tantos sacrificios encarnados por las
mujeres y hombres que se inmolaron encarando esa tiranía. Venezuela es más
grande que sus dificultades y tiene que ser igualmente mas inmensa que
nuestras ambiciones personales.

Mi muy apreciado Héctor Alonso, desde este exilio añoro, con un inenarrable
dolor de patria ausente, la Venezuela de mis desvelos y echo mano al genio de
nuestro insigne poeta Andrés Eloy Blanco para decirte con su verso:
Héctor, “ya la patria está muy lejos, la escucho ya en canciones y relatos, la
busco ya en cartas y retratos, la encuentro ya como el amor a los viejos, no digo
aquella de los cien reflejos, en el machete de sus arrebatos, sino la de sin maldad
y sin zapatos, la de pie y de agua como los espejos”.
Mi corazón, mi leal conciencia y mi inseparable Mitzy, saben cuanto deseo estar
allá, en la arena del combate, sin rendirnos jamás.


Se despide, siempre amigo y compañero;

Antonio Ledezma
Desde el exilio, Madrid,
15 de septiembre de 2021

Héctor Alonso López: “AD debe decirle la verdad a Venezuela”

Exparlamentario y exdirigente nacional de Acción Democrática en los 80 años del nacimiento del partido

Entrevista publicada en el diario El Venezolano de Miami, EE.UU, Edición 1274, Año XXX, Nº 02 del 16/09/2021

Ramón Navarro

El partido del pueblo –el primer partido de masas en Venezuelaestá en una encrucijada. ¿O estuvo? Ya sabrá cómo salirse. No nació en esas circunstancias, pero en las actuales ha recibido un fuego cruzado de enormes proporciones. Porque la evolución histórica de Acción Democrática, ha sido un carburante para la construcción de la democracia en Venezuela, aun cuando sobre su línea de desarrollo esté plasmada su leyenda negra, así como su leyenda dorada.

Héctor Alonso López, ex dirigente nacional de AD, y exparlamentario, un hombre de recto proceder, juicioso y polémico, integró el alma del partido en una época turbulenta, en la que había que aferrarse a los ideales, o morías simbólicamente, como le ocurrió en el 1996, junto a 17 mil militantes, por simpatizar con Carlos Andrés Pérez.

La organización política está cumpliendo 80 años. Nació un 13 de septiembre de 1941, y nunca en todo este periodo previo a la dictadura de Marcos Pérez Jiménez, y previo a la dictadura de Chávez y Maduro, ha sido miel sobre hojuelas su devenir. Fue, es y será, centro de todo tipo de amenazas, deslealtades, crisis profundas, renacimientos, venganzas palaciegas, toda esa inmundicia que frecuenta la política, y nunca muere y siempre está de blanco. Siempre tiene seguidores.

Como si estuviera preanunciado su derrotero, AD no fue otra cosa que la extensión del Partido Democrático Nacional, PDN, su inevitable antecedente, nombre que le permitió mantenerse en la clandestinidad, antes de legalizarse en el gobierno de Medina Angarita. Mientras tanto, su líder y fundador, Rómulo Betancourt, ajustaba sus planes a mediano y largo plazo, y el 18 de octubre de 1945, léase bien, AD, en compañía de un sector militar, dan el golpe de Estado a Medina Angarita, instalan una Junta Revolucionaria, llaman a una Asamblea Nacional Constituyente, y convocan a la población a las primeras elecciones universales, directas y secretas en la historia de Venezuela. El trienio adeco hace de coro griego.

-Sin ánimos reduccionistas, ¿nos podrías sintetizar lo bueno, lo malo y lo feo de AD en sus 80 años de existencia?
Acción Democrática, como creación histórica, tiene sus raíces en lo más profundo del quehacer americanista y venezolanista, cuya luz de justicia, de equidad e igualitarismo se nutrió del sentimiento libertario, de la rectitud y la grandeza de Simón Bolívar, de José Martí, de Gandhi, de José María Vargas y de las corrientes universales de pensamiento. Desde la clandestinidad y desde el poder, Acción Democrática logró conquistar para los venezolanos el mundo de la libertad frente al escepticismo planetario de esos momentos. Frente al pensamiento occidental, el marxismo y el “dependentismo” que creían que ello no era posible. Acción Democrática intuyó lo que, con el tiempo, se comenzó a ver como una realidad para el planeta; la única manera de convivir es a través de la libertad. No fuimos capaces de evaluar nuestro rumbo para garantizar que seríamos capaces de mantener lo que muchos llegamos a pensar era un milagro, que, habiendo logrado grandes transformaciones, como la modernización del Estado, inmensos avances en la democratización de la educación y de la salud, de la renta petrolera, así como una acelerada y gigantesca infraestructura física, que, con el tiempo, se tornó en lo malo de lo bueno.

 -A los 17 años se hizo militante de AD, ¿Qué le sedujo de la tolda blanca en esos años? ¿El mandato de Raúl Leoni le decía algo?
Me sedujo, aún, siendo muy joven, ver a una pareja presidencial predicando con el ejemplo: fue un presidente bueno, y su esposa Doña Menca, mejor.

-¿Hay algo de lo que puedas hacer mea culpa en AD?
Que los síntomas de esa crisis que encontramos, por un lado, en la incomprensión de captar la nueva política económica impulsada por el Presidente Carlos Andrés Pérez, cuyo objetivo era revisar y modificar la concepción económica y política bajo el marco de un Estado rentista, y por el otro el inicio de un desfase entre los partidos y el pueblo, no pudimos lograr impedir que las consecuencias de esas fallas nos hayan traído a los eventos y hechos que hoy vivimos.

-Hay sucesos que marcan; la expulsión de CAP del partido en 1993 ¿Crees que esa herida aún sigue abierta?
CAP ha sido una herida profunda por la injusticia compartida. A CAP lo humillaron, pero esa herida debe quedar registrada en la memoria histórica como un hecho muy grave en la historia contemporánea de Venezuela. Pero es un capítulo que se debe cerrar. Venezuela, a lo largo de su historia, ha sufrido demasiado por los odios y las venganzas. Sobre estos temas conversé muchas veces con CAP, y me dijo reiteradamente: no nos dejemos enfermar por el odio.

-En 1967 AD vive una profunda crisis interna, y eso provoca la división más importante sufrida por este partido, -surge el MEP- esto le costará la elección presidencial de 1968, y la primera derrota electoral de su historia. ¿Qué ha aprendido AD de sus tropiezos?
En 1967 viví momentos muy dolorosos de mi militancia en AD. No concebía que dos hermanos, compadres y masones, pudieran ser protagonistas de la severa y traumática división que nos llevaron a perder el poder. En los tiempos posteriores he releído la carta de Rómulo Betancourt enviada a la Dirección Nacional donde ofrecía asumir el reto de venir a rescatar al partido, pueblo a pueblo. Esa carta me la leyeron dentro del más grande misterio y secreto. El que lea esa carta hoy, entenderá mucho del presente.

-Acción Democrática entre 1958 y 1998 dominó el escenario electoral venezolano como partido político, y aunque pierde las elecciones presidenciales de 1968, 1978, 1993 y 1998; se mantuvo como la primera fuerza política en el parlamento. ¿Qué hacer para recuperar ese liderazgo?
Acción Democrática debe decirle la verdad a Venezuela. La autocrítica, ausente desde mucho tiempo, debe reaparecer. Venezuela tiene derecho a una memoria histórica sin falsificaciones. Eso nos hará más fuertes. Hasta los Papas han perdido perdón a lo largo de la historia y allí está la institución de la Iglesia Católica, fuerte y sólida. El mea culpa mayor será que le expliquemos porqué después de 80 años de hermosa existencia, hoy tengamos 63 años de haber repuesto la democracia y Venezuela está sumergida en una dictadura devastadora. ¿Qué nos pasó? Con la verdad por delante, por dura que sea, estoy seguro que también con nuestra herencia histórica podemos encontrar de nuevo la comprensión, y lograremos refundarla, sólo si a ese pueblo le volvemos a dar su papel protagónico; sólo si entendemos lo que somos y lo que hemos sido, avanzaremos hacia un porvenir más luminoso.

-En un artículo reciente, ud, señaló que el Senado de la República dio luz verde al juicio contra CAP, aun cuando AD tenía mayoría en esa cámara. De los 28 senadores, solo 4 se opusieron, que el tiempo demostró que ese día regalaron a Venezuela. ¿Eso pudo haber sido parte del fermento del que echo mano la izquierda para, seis años después, asumir el poder?
Lo que ocurrió con Carlos Andrés Pérez fue un barbarismo. No hay nadie en AD que convalide hoy los argumentos tan calumniosos que lo sacaron del poder y lo llevaron a la cárcel. No tengo dudas de que la salida abrupta de CAP generó un vacío que desafortunadamente, a la corta, lo llenó este proyecto militarista. Se produjo la gran paradoja que el militarismo derrotado militarmente conquistara el poder por los medios por lo que sólo lo hacían los civiles.

-Cómo evalúas que AD haya llamado a la abstención en las parlamentarias de 2005, con Henry Ramos Allup a la cabeza, jugando al fuera de juego, y la democracia fue terriblemente goleada. Igual ocurrió en las Presidenciales de 2006. ¿Hasta dónde ha dejado secuelas este hecho en la estructura organizacional del partido?
Yo estoy convencido que el drama de AD es que ha terminado siendo una maquinaria electoral y no un pueblo hecho partido. El electoralismo permitió que se fuera apagando el fervor, el entusiasmo y ¡qué decir de la mística perdida! El líder pasó a ser, no a quien más se respetaba, sino a quien más se temía. -Cuáles son las causas reales de la decadencia de AD? ¿Qué porcentaje se lleva la corrupción? Nos fuimos relajando en nuestros principios éticos. Sólo eran corruptos los que no pertenecían a los que estaban con cada quién; que, de paso, siempre fueron muy pocos.

-A ud lo sacan del partido en 1996, es decir, lleva 25 años siendo adeco de corazón, ¿por qué lo desvinculan, por ser amigo de CAP?
En 1996 no había bastado sacarme del CEN de AD en un CDN realizado en Caraballeda después de la expulsión de CAP que el 15 de enero, irónicamente, el Día del Maestro, me pasaron al Tribunal Disciplinario y después fui excluido. Pero ese día también fueron excluidos 17 mil militantes. Todos cometimos el mismo “pecado”. Ser amigos de CAP. Nos fusilaron, mucho antes que llegara el chavismo.

-¿Quiénes ha sido las auténticas figuras que le han hecho daño al partido, bien sea por acción u omisión?
Yo puedo tener antipatía por alguien, pero jamás cometería larresponsabilidad de decir que alguien en particular tiene la responsabilidad de una tragedia como esta. Pero no hay duda que Luis Alfaro tiene la mayor responsabilidad, no porque -creo yoestuviera entre sus planes, sino porque tuvo el respaldo del CEN. Ahora bien, aquí sucede una de las ironías del caudillismo: contando con el apoyo de ese CEN que defenestró a CAP, con esos mismos, lo hacen candidato Presidencial, y esos mismos, luego estaban destruyéndolo y terminan expulsándolo.

-De acuerdo con su experiencia, ¿qué ha hecho bueno y que ha hecho malo Juan Guaidó?
Hay un dato que no podemos dejar aparte para evaluar el contexto histórico de lo que estamos viviendo: Juan Guaidó tenía apenas 15 años cuando toma el poder el chavismo. Después de 63 años de recuperada la democracia, los acontecimientos le abrieron compuerta a una nueva generación, pero ¿de qué manera? Me pregunto si será posible afincar todo el peso de una responsabilidad compartida en quien, como consecuencia de un pacto político-electoral, siendo Presidente de la Asamblea Nacional, llegó a ocupar una posición a la que tal vez no soñó nunca llegar. En un drama sin referentes, Venezuela llegó al punto más crítico de su crisis histórica tratando de dirimir la lucha por el poder debatiéndose entre un engendro bicéfalo. El problema no es Juan Guaidó, es la crisis del liderazgo, es de la sociedad todo, porque, de lo contrario, estaríamos continuando con concentrar en una sola persona lo bueno o lo malo que colectivamente como país hemos hecho o dejado de hacer.

-¿Es el voto el espacio para dirimir los conflictos en Venezuela?
El problema no es el voto. Votar en Venezuela fue un deporte nacional; sin duda, el más popular. Hoy rogamos por él, pero es del sistema del que se desconfía, y también de la clase política. Nadie cree en nosotros.

-Aristeguieta Gramcko dijo que la dirigencia política de ahora no es otra cosa que unos muchachos que no hacen sino pelearse unos contra otros, contrario a la formación doctrinaria de la vieja dirigencia de AD y Copei. ¿Cuáles figuras rescataría en los actuales momentos?
La política está en su peor momento. De Chávez aprendimos que lo primero que había que hacer era destruir la reputación moral de los adversarios. Decidimos descalificarnos. Así las cosas, si no se logra la descalificación del oponente, entonces no eres exitoso… y muchos decidieron parecerse a Chávez. Por eso, la Venezuela del futuro deberá contar con protagonistas que busquen emular las virtudes de pol’iticos como Gonzalo Barrios y José Antonio Pérez Díaz.

-¿Cuál es su diagnóstico actual de AD?
Tiene problemas serios que seguramente se han podido evitar, pero también nos hemos envejecido; nadie nos dejará de dar cariño, como a cualquier abuelo, pero no será fácil que nos inviten a la discoteca.

-¿Qué opinión tienes de las reuniones en México?
No tengo opinión, porque no conozco las interioridades de esa reunión. No me gustaría especular, no debo ser un irresponsable. Sólo acotaría que, creyendo lo que creo, la solución a la gravísima crisis histórica de Venezuela se debe alcanzar civilizadamente, y por la vía de la negociación, pero mis temores son que se lleguen a acuerdos parciales y no a una solución global. El grave escollo es si habrá liderazgo para convencer al país de lo acordado.

-¿Cuál debe ser el rol de AD en las elecciones del 21 de noviembre?
Un inmenso reto en el medio de la peor precariedad del país. La vía electoral para los demócratas es siempre la correcta, pero esta elección no será la solución. Puede ser útil para otras cosas, pero no ofrecerle al país como solución ante la más miserable tragedia a la que hayamos sido sometidos. El peor gobierno de la historia está jugándose la permanencia en una “victoria electoral” es un riesgo inaceptable. AD, el más grande e importante partido de la historia contemporánea, asiste insólitamente con dos tarjetas: una en concesión, y la otra prestada.

-¿Cuántas oposiciones hay en Venezuela?
Hay como arroz. En Venezuela, donde la democracia se fue hace rato de vacaciones, es cuando más partidos hay. Las oposiciones dependen de muchas cosas.

-¿Cuál es su mensaje a la actual dirigencia adeca, esa que domina el partido con mano de hierro?
AD es demasiado importante para Venezuela ahora como lo fue en sus hermosos comienzos. Ojalá se comprenda que tenemos que actuar radicalmente distinto, gracias también a nuestra excelente obra, pero ya nada será igual.

Primer encuentro de la apertura y participación nacional

Discurso de Héctor Alonso López
Hotel Eurobuilding, Caracas 20/03/1997

Amigas y amigos,

Durante varios años, después de la última dictadura, el pueblo venezolano se sintió orgulloso de sus líderes. La dictadura, ese caro proyecto político por el cual tantos venezolanos ofrendaron lo mejor de sí mismos, nos mantuvo unidos. Los partidos políticos fueron intérpretes de los anhelos del país.

De repente, en la calle, en el alma del pueblo mismo, cundió la apatía. Esta apatía vino acompañada de un resentimiento que se expresa con mucha fuerza. Los calificativos que recibe el mundo político son demoledores. La incompetencia, la deshonestidad, la traición a los principios, el individualismo, el clientelismo y el logrerismo, constituyen expresiones muy usuales y casi generalizadas. Todo esto refleja que hay un profundo descrédito en las instituciones básicas de la democracia. En los partidos, en sus dirigentes, en la política misma como proceso de acción y transformación de la sociedad.

Por otra parte ya la colectividad entró en plena fase de caos y desorden, no solo por la caída del bienestar caracterizado por hambre e inseguridad, sino por carecer de un horizonte colectivo que le inspire confianza.

Mientras eso ocurre, la abstención ocurrida en las últimas elecciones, en lugar de obligar a las mafias del poder a replegarse, está produciendo una especie de acantonamiento de lucha salvaje por mantener la desnaturalización de los partidos.

No les importa la opinión de los demás. No les importa la desconfianza que nació, creció y sigue creciendo en la población, aun sabiendo que lo cierto es que la desconfianza, cargada de crítica y censura, no discrimina.

Las organizaciones partidistas tradicionales superviven asfixiadas por vicios del comportamiento: son estructuras rígidas de lideratos con influencias restringidas en lo interno, direcciones estalinistas, sin programas concretos ni análisis de las realidades del país, y alejadas del ideario de cambio que les sirvió de génesis.

¡Qué dramático cuadro!, si además lo abonamos con el componente de que 16 millones de compatriotas nacieron después de 1958, el año de la caída de la última dictadura.

Los jóvenes desconocen vivencias personales o familiares de la vida, dentro del totalitarismo, de la tendencia que sea. Por ende, no vale en su esquema mental ningún signo de heroísmo político, de lucha contra las pasadas dictaduras venezolanas, lo que conspira contra una valoración del papel fundamental de los partidos políticos.

A pesar de los dicho, los partidos políticos tradicionales sobreviven y ante la falta de una nueva conducción, seria, que concite mayoritariamente las voluntades de los venezolanos, el aparato partidista ávido de poder, concurre, participa en cada proceso, e influye quizá cada día en menor cantidad, pero gana posiciones, ejerce el poder sin modificación alguna del establecimiento, lo cual enardece más a los electores en contra del estatus.

Las instituciones del Estado parecieran presas de una especie de entropía, que las lleva a una desintegración gradual a la vista de todos los venezolanos: no hay quien no sepa lo que permaneció escondido por discursos retóricos y altisonantes, desinformación y falta de cultura. Que los poderes institucionales están en lugares distintos a los consagrados en el régimen jurídico.

Esta situación que describimos nos anuncia que ha comenzado una etapa de transición, de un tipo de sociedad hacia otra.

Así pues, hoy conviven en Venezuela elementos del viejo modo de ser, junto con los que se están abriendo paso. Esto crea una sociedad paradójica y de contradicciones particulares, ya que así como en el campo de la economía coexisten el conuco con la agroindustria, la producción artesanal con la fábrica robotizada, y en el de la ciencia y la educación, el analfabetismo con la cibernética; en el campo político el clientelismo convive con experiencias exitosas de descentralización y nuevas experiencias de participación ciudadana.

Estamos ante la presencia de dos Venezuelas: una oficial, agónica, caduca y envejecida; y otra vital, dinámica y pujante de la sociedad civil.

Las circunstancias históricas han cambiado y por lo tanto el sistema político comienza a perder vigor frente a una realidad compleja, diversa y dinámica, que expresa signos embrionarios de un nuevo sistema político cuyo eje es profundizar la libertad y la justicia para conquistar una sociedad menos partidista, estatista, dirigista y monopólica.

Esta realidad nos indica que recién estamos transitando las definiciones de las grandes tendencias de la evolución en Venezuela.

La ruptura sicológica con el viejo país se está produciendo. Pero queda pendiente la amenaza. La vieja estructura puede regenerarse, el viejo tejido puedo cicatrizar si no aparece un liderazgo insurgente, atrevido, corajudo. Un liderazgo que infunda confianza y se ponga a la cabeza del enorme reto histórico que plantea el proceso.

El liderazgo debe ser visible, no puede ser una aspiración platónica ni una elucubración aristocrática de pequeños cenáculos. El nuevo liderazgo debe tomar la calle, debe arriesgarse y sobre todo tiene que producir una fuerza voluntaria de hombres y mujeres organizados.

Por supuesto; el problema no se resuelve con parches, picardía electoral y golpe de Estado; sino haciendo de la libertad la senda para generar más libertad.

Debemos diseñar un nuevo sistema político. Por ello repito lo dicho en otros escenarios: no creemos en una democracia sin partidos políticos. Eso nos parece una conseja reaccionaria y peligrosa. Estamos proclamando la necesidad de la organización de las ideas y desde ese punto de vista los partidos y las organizaciones sociales y gremiales cumplen un rol hasta ahora irremplazable.

Pero lo que no puede continuar ocurriendo es que los partidos sigan actuando como si nada ha pasado.

Son demasiado tímidas las tendencias o individualidades que se han propuesto en el camino de las reformas de sus organizaciones y las pocas experiencias de dirigentes que han llegado a extremos dilemáticos les ha llevado a ser perseguidos, aislados o expulsados de las filas de sus organizaciones, a las que seguramente dedicaron su vida y con las que se hubiesen podido constituir en un punto de referencia para las reformas.

De manera, que una de las tareas urgentes que se deben emprender en el país es el reforzamiento de todas estas tendencias, grupos e individualidades por medio del establecimiento, en el medio político y de la sociedad civil, de una cultura de respeto a las ideas para que el debate democrático vuelva a ganar su papel de instrumento esencial en la formación de la dirigencia política.

LE LLEGÓ LA HORA FINAL AL CAUDILLISMO IGNORANTE.

A un período de oscurantismo suele sucederle uno de luz. A una etapa de eunucos mentales, le ha de suceder la del renacimiento de las ideas virtuosas.

Un nuevo siglo de las luces, del pensamiento aparecerá en Venezuela si surgen, como estoy seguro ocurrirá, experiencias por doquier apoyadas en los nuevos fenómenos políticos de la descentralización, de la apertura, la participación y la moderación.

Estos procesos serán aupados por nuevos protagonistas que en todas partes, pero sobre todo en la provincia, comienzan a dar sus primeros pasos en la vida pública.

Los grandes debates sobre los trascendentes problemas de país deben darse en las organizaciones políticas y de la sociedad civil. Sólo de esa manera, podrá desterrarse el clientelismo, la banalización y la rutina que se ha apoderado de esas organizaciones.

La transparencia debe presidir la confrontación de las ideas para que sean abolidos para siempre los secretos de cogollos que han manejado vergonzosamente las organizaciones a través de un puñado de personas, por cierto, cada vez más reducidas.

A los partidos y a las tantas maneras de organizarse hay que entenderlas como una asociación libre de hombres y mujeres que tienen una interpretación común de los acontecimientos y de las tareas, y no como una cárcel del pensamiento. Las organizaciones sociales, políticas y culturales deben entenderse como una escuela permanente para aprender a vivir legítimamente en democracia.

La militancia en un partido político no debe anular, sino más bien, estimular la cultura de la confrontación de ideas.

El derecho a disentir debe ser consagrado como una de las garantías elementales de los miembros de cualquier organización, y permitirles alegar razones de conciencia para no seguir un determinado lineamiento.

Disentir no puede implicar castigo.

José Martí dijo: “el primer deber del hombre es pensar por sí mismo”.

Estos propósitos, estoy seguro, los sabremos conquistar. Sobre todo en momentos en los cuales estas reformas cabalgan sobre el despertar de la conciencia que vive el país.

De manera que hoy venimos a asumir este desafío al proponer la constitución de esta organización de nuevo tipo en el país.

No venimos a pretender ser un partido en el sentido estricto del término, sino más bien un punto de encuentro de individualidades y organizaciones con propósitos comunes que serán enriquecidos en el curso del debate que ahora se abre.

Proponemos constituir un Movimiento de movimientos, porque pretendemos ser un escenario de encuentro de procesos aislados, que se producen en el país y que van, en su mayoría, en la misma dirección de los planteamientos que hacemos hoy.

Aquí se abren las compuertas para los mejores venezolanos, para un pacto que fortalezca la descentralización, respetando las realidades locales para hacer más fuertes sus estados, sus municipios y sus parroquias; y porque creemos que cada realidad local debe ser respetada como tal, sin que esta pueda ser encerrada en el campo de la concentración que hoy son las conveniencias centralistas de las cúpulas de la dirección del país.

Mañana miles de hombres y mujeres lucharán en cada rincón de Venezuela para demostrar democráticamente que podían ser genuinos garantes del compromiso que hoy asumimos.

Esta manera auténticamente democrática permitirá que los más idóneos y capaces, los más llenos de optimismo y los de más elevada conducta positiva, sean nuestros candidatos a la Presidencia de la República, el Congreso Nacional, Gobernaciones, Asambleas Legislativas, Alcaldías, Concejos Municipales y Juntas Parroquiales.

Anunciamos que en las elecciones de 1998 presentaremos junto a otras organizaciones como la nuestra, hombres y mujeres enteramente libres como candidatos para todos los cargos que dependan de la voluntad popular.

Estamos resueltos a luchar por el poder y ese grito de guerra esperanzadora lo venimos a dar hoy cuando realizamos este hermoso y trascendente acto de formalización de un compromiso con la Venezuela por construir.

Una pregunta se hace el país frente a este acto:

¿Qué hace aquí el político más controvertido de los últimos 38 años? Carlos Andrés Pérez.

Carlos Andrés Pérez es un hombre de la historia y sólo a ella le pertenece su juicio.

Sin embargo, excúsenme el atrevimiento personal de tener que decir que cuando a uno las circunstancias de la vida lo colocan tan cerca de un personaje como él, se hace acreedor de los méritos y los desméritos de la fidelidad. Recurso, por cierto, bien escaso en la Venezuela de hoy.

He sido amigo de Carlos Andrés Pérez en las buenas y en las malas, más en las malas que en las buenas.

¿Y por qué está aquí?

Está aquí porque es un hombre de acción, sesenta años de lucha política son tiempo y espacio suficiente para albergar errores y aciertos, triunfos y derrotas.

Sólo los hombres de acción pueden correr los riesgos y duras pruebas a las que ha sido sometido.

Está aquí porque tiene la grandeza histórica, porque sigue con un inmenso sentido de apego a sus ideas y valores, sin renegar su pasado.

Él sabe, porque así lo ha dicho frente al país, que pertenece a la Venezuela que se derrumba; a una generación de líderes venezolanos que cometió el error de prolongarse excesivamente en el tiempo, represando la presencia de nuevas generaciones en la conducción de Venezuela.

Presidente Carlos Andrés Pérez: tengo la autoridad moral para decirle en esta hora crucial de Venezuela que seguramente algunos de sus errores fueron por haberse sobreestimado y, como amigo suyo que soy, le digo: no cometa el error de subestimarse.

Ahora venimos a comprometerlo como aliado del escenario en el cual usted y nosotros somos protagonistas para labrarnos la Venezuela que queremos.

Tiene sentido entonces exaltar el coraje y la profunda convicción y pasión de este hombre por sus ideales.

Está aquí, por ser víctima de la decadencia y la degradación del sistema al que dedicó sesenta años de su vida.

Irónicamente, tuvo que enfrentar en su país, a conciencia, una oprobiosa manipulación que lo privó por dos años y medio de su libertad.

Demostró tenazmente que cuando se tiene pasión por los ideales, no importa el costo que tenga que pagarse, por injusto, humillante y doloroso que éste sea.

Usted está aquí, porque el supuesto delito no le tiene porqué avergonzar; al contrario, a usted lo honra ser parte de la gloriosa historia nicaragüense.

¡Qué pensará de Venezuela el mundo hoy! Que lo que no pudieron los tanques y las metralletas, lo lograron la envidia, el odio y el oportunismo.

Conocí a Carlos Andrés Pérez cuando, recién llegado a Caracas, siendo un adolecente todavía, estaba fresca la pintura de los letreros que lo señalaban como el ministro policía o el ministro asesino. Era la época de la subversión armada, época de guerra. Los votos triunfaron sobre las balas. El tiempo así lo demostró. Por cierto, hoy en el gabinete ejecutivo del presente gobierno, se comprueba esa verdad histórica.

Me negaría a mí mismo si no confieso que también fui impactado por toda esa atmósfera truculenta contra él. Pero ¿quién en esa época podría sospechar que ese hombre de quien hablo y a quien hablo, pudiese llegar a ser no solo presidente, sino el primer venezolano en la historia en ser electo dos veces democráticamente como presidente de todos los venezolanos?

En el año 1974 tuve el honor de acompañar a Carlos Andrés Pérez en su primera salida internacional como presidente, y fui testigo del comienzo de lo que, a la larga, sería la Fundación Gran Mariscal de Ayacucho.

En esa oportunidad, tras la firma de un experimental convenio con el gobierno de México, empezaron a salir fuera de nuestras fronteras ejércitos de jóvenes, lleno de talento y esperanza, y comenzaron a ocupar espacios de los mejores centros universitarios, tecnológicos y científicos del mundo, convirtiendo esta política en una de las más relevantes y consagratorias maneras de distribuir con justicia la riqueza nacional.

Allí nació la generación que será la protagonista de esta retadora transición que hoy vivimos de un milenio a otro, de un modelo de país a otro.

Ahí está la generación de la gerencia y la eficiencia, dispuesta a revertir el perverso drama que hoy vive Venezuela, producto de que los dirigentes no nos percatamos que el modelo económico, social y político se había agotado y comenzamos una larga prórroga de los errores que ha llevado a nuestro pueblo esté pagando el más injusto y costoso precio por su libertad y democracia.

Con una generación de venezolanos tan excepcional como la que tenemos y con la prodigiosa riqueza con que nos haya dotado la naturaleza tenemos todas las razones para pensar que el futuro es de dimensiones de tal optimismo, que lograremos los cambios que deseamos.

Por eso debemos procurar que resplandezca en nuestros espíritus, el afán por la victoria.

La transparencia con que actuamos hoy, con igual intensidad arriba los caminos que nos permitan confirmar que somos parte del cambio porque resolvimos cambiar.

Pero no somos los únicos. En las cerradas compuertas de la prisión partidista aún permanecen anhelantes, valiosos compañeros de nuestra generación, a quienes la maledicencia ha venido pretendiendo separarnos como amigos y del destino histórico y del compromiso con el cambio. A ellos les digo, en nombre de esta Venezuela que hoy asume este reto –y ello implica riesgo– que los esperamos con los brazos abiertos para construir la Venezuela libre que comienza por nuestra libertad interior, esa que nos permite caminar por los mil caminos de la patria con la frente en alto, mirando la luz del porvenir.

Reunificación de la familia

DOCUMENTO PARA LA HISTORIA
Tomado del libro El rostro humano de la política
Por Héctor Alonso López

Venezuela jamás podía tener ni la más remota idea de que su experiencia democrática desde 1958 hasta nuestros días pudiera ser seriamente comprometida después de tanto acecho frustrado por derrumbarla. Tantas intentonas golpistas de derecha y de izquierda aplastadas. Una insurrección armada, guerrillas urbanas y rurales, magnicidios contra el Presidente de la República, crisis económicas, partidos divididos, corrupción haciendo metástasis en el tejido social e institucional. Y una pérdida acelerada del nivel de vida de las grandes mayorías nacionales.

A quienes bebimos de la historia buena mucho menos nos podía pasar por la cabeza un supuesto casi absurdo: que lo que había costado tanto se pudiera regalar tan fácil. Quienes entramos adolescentes a la vida política venezolana hicimos de la democracia un bien propio de nuestros antepasados. La recibíamos como la herencia bien habida, que solo requería cuidado y multiplicarla haciendo mejor las cosas para preservarla. Mucha sangre y sufrimientos, destierros, cárcel, exilios, desaparecidos fueron el precio para abrir las puertas del siglo XX pensando a lo lejos en las generaciones venideras.

La democracia no era un invento venezolano, porque era tan viejo, que solo el reto de quienes la asumieran como sistema político sería el esfuerzo por colocarle cimientos nacionales y preservarla; convertirla en una posibilidad eficiente de redención colectiva. El diseño de esa democracia venezolana se hizo poniendo, como lo dijera el maestro Rómulo Gallegos, el oído en el corazón de nuestro pueblo. Toda una hermosa historia de construcción teórico-política diseñó la Venezuela que los hombres de la ARDI (Agrupación Revolucionaria de Izquierda), el ORVE (Movimiento Organización Venezolana), el PDN y Acción Democrática querían como legado para las generaciones del futuro, porque su grandeza estuvo en mirar lejos. Solo los hombres grandes de la historia son esos que miran lejos.

Después de todo lo ocurrido en la Venezuela del anterior decenio, y en virtud de los acontecimientos del mes de abril del 2002 –cuando días previos a lo que sucedió tuve por su cortesía una reunión con Henry Ramos Allup, a quien no veía desde mi expulsión de AD en el año 1996–, conmovido por todos los hechos que sacudían a Venezuela y por la atmósfera oscura que sobre Venezuela se asomaba como la premonición de una tragedia, decidí hacer unas gestiones para ver hasta dónde era posible resucitar a la maltratada y despilfarrada obra de mayor envergadura que los hombres del siglo pasado habían construido para organizar al pueblo y que este fuera propietario legítimo de su destino. Muy lejos de quienes pensaban vivir de los réditos de una historia que solo nos pertenecía por ser hijos de la democracia, pero no para malvivir de ella.

En consecuencia, me esmeré en buscar algún puente, alguien que de buena fe gestionara las posibilidades de reunir, como debe hacerse en momentos aciagos, a quienes nacimos bebiendo el mismo credo político, y que, poniéndonos la mano en el corazón, pensáramos en la Venezuela que venía y que no era otra que la de nuestros hijos y de nuestros nietos.

Algunos amigos me sugirieron que buscáramos al ILDIS (Instituto Latinoamericano de Investigaciones Sociales), una institución amiga de partidos como Acción Democrática que mucho habían hecho por nosotros y por partidos similares al nuestro en otras partes del mundo. Así que resolví escribirles una carta fechada en la capital, el 1 de julio del 2003, dirigida al Dr. Rolando Díaz, director adjunto del ILDIS Caracas, y dejar en su mano cualquier gestión posible que permitiera reunir y buscar caminos a todos los adecos de Venezuela, y con espíritu de sincera rectificación, retomar el camino para salvar nuestra ya zarandeada democracia.

―Las circunstancias que hoy vive Venezuela obligan a que las instituciones políticas del país sean fuertes y reúnan en su seno las mejores voluntades posibles para aglutinar el mayor peso del liderazgo nacional. A lo largo del tiempo en que le ha correspondido ejercer la presidencia de la República a Hugo Chávez, se ha observado la dispersión de la oposición democrática venezolana. Dicha atomización ha contribuido a debilitar los esfuerzos que se están haciendo para alcanzar objetivos más claros y contundentes, tanto en el ámbito interno como en el externo, en el marco de nuestra lucha contra el autoritarismo representado en el régimen chavista.

Acción Democrática ha sido el partido de mayor arraigo y fortaleza del pueblo de Venezuela a lo largo de muchos años; producto de ello, logró ser el eje de la conducción mayoritaria del pueblo venezolano, ejerciendo funciones de gobierno por varios períodos constitucionales, y en otras circunstancias líder de la oposición, pero hoy, cuando se requiere mayor unidad, con sentido histórico, para afrontar con éxito la difícil y exigente tarea de enfrentar las pretensiones hegemónicas y totalitarias del gobierno de Hugo Chávez, no solo AD aparece menguada, sino el resto de la oposición está dramáticamente dispersa.

Si bien es cierto que la experiencia de la Coordinadora Democrática ha tenido la virtud de canalizar todas las fuerzas opositoras al actual Gobierno, esfuerzo que no dudo en calificar de loable y alentador, no menos cierto es que la ausencia de una fuerza poderosa del liderazgo más arraigado, de mayor tradición, experiencia y conocimiento de la realidad política del país, produce muchos errores que permiten la consolidación del Gobierno, ante los ojos de quienes no ven una fuerza sustitutiva en la cual se pueda confiar y que merezca credibilidad. De allí que se hace imperativo histórico la necesidad de hacer todos los esfuerzos posibles por lograr reconciliar a todo el liderazgo tradicional y nuevo del mayor partido político que ha conocido la historia política venezolana, como es el caso de Acción Democrática.

En las calles de Venezuela hay una incógnita aún no despejada: la ausencia de una organización en la conducción de los mayores esfuerzos para aglutinar las fuerzas populares y que al mismo tiempo inspire seguridad en quienes buscan un derrotero más creíble y confiable para canalizar su deseo de participación en la resistencia frente al gobierno de Chávez y en la construcción de un futuro mejor.

Precisamente es Acción Democrática el partido que por su historia y tradición reúne las mejores condiciones para cumplir con ese rol. Es el partido de mayor penetración popular y de mayor experiencia en el manejo de los complejos problemas del Estado. Acción Democrática ha sido el partido de mayor presencia en el territorio de Venezuela. Está organizado en todos los confines de la Patria, lo que haría más fácil el papel difusor de la misión tan especial que corresponde hacer hoy frente a un Gobierno de las características del que se vive en nuestro país.

Por supuesto, no es un secreto para nadie que Acción Democrática fue profundamente afectada por sus conflictos internos y víctima martirizada de la campaña inclemente y sin tregua que hicieron los sectores antipartidos en las últimas décadas en Venezuela. Estamos conscientes de sus dificultades y de sus debilidades. Desafortunadamente, no es la misma de otras épocas pasadas y tiene aún fuertes resistencias en muchos sectores de la sociedad venezolana. Pero no menos cierto es que la tradición adeca en Venezuela es real y así lo demuestran las encuestas de opinión que se han venido haciendo en los últimos tiempos. Al comienzo del Gobierno actual, parecía imposible que AD volviera a ocupar un escenario importante, y la realidad nos está indicando que se observa un tímido pero sostenido crecimiento de afirmación de la militancia de AD para ser la organización que potencialmente pudiera tener la mayor capacidad de recuperación, si se logra que su liderazgo comprenda la onda que recorre muchos sectores nacionales, en cuanto a la necesidad de que un partido fuerte pueda llenar el inmenso vacío que produce la desoladora ausencia de un partido mayoritario en la oposición venezolana.

De allí que propongo iniciar de inmediato un trabajo de persuasión y discusión con importantes actores de la vida política del país que fueron o están en la periferia de AD, para hacerles entender las circunstancias que hoy vive Venezuela… Y que, a la luz de su magnitud, comprendan que es necesario que se impongan la sensatez y la grandeza histórica, para devolverle a Venezuela un partido unido y potenciado, con sentido de futuro, que sea garantía de la lucha opositora eficiente y generador de las grandes decisiones que la Patria reclama.

No hay falta, no hay agresión, no hay daño, no existe perjuicio cometido contra ningún dirigente de AD y que lo haya ausentado de las filas de nuestro partido, que pueda compararse con los riesgos que hoy los venezolanos corremos al enfrentarnos al daño, la agresión y el perjuicio que amenazan con conculcar definitivamente las libertades en Venezuela. No hablo de las amenazas para ese liderazgo, sino para todos los habitantes de esta tierra, que con vocación democrática tienen el derecho de seguir creyendo en tantos líderes en los cuales depositaron su confianza, en los cuales tuvieron fe y quienes hoy, en medio de tan delicada situación, no somos capaces de ponernos de acuerdo para evitarles una tragedia como la que está en ciernes.

De allí que propongo que Ud. nos ayude a iniciar un ciclo de conversaciones con importantes líderes de la comunidad política venezolana, para que Acción Democrática pueda ser reconciliada, unida, fortalecida y proyectada con vigor de futuro sobre la población venezolana. Objetivo que además tendría la ventaja de que enfrentaría con mayor fuerza y vigor la lucha contra el gobierno de Chávez. La gente vería, por los impactos de la reconciliación de todos los hombres y mujeres de AD, de nuevo en su partido una posibilidad más eficiente y alentadora en la derrota del régimen que nos gobierna. El mundo vería con muy buenos ojos que gente conocida y con proyección en Venezuela y en el exterior se reagrupara en la organización política de mayor tradición democrática que ha existido en Venezuela, para dar una lucha como la que se debe enfrentar hoy.

Es pertinente preguntarnos si la Coordinadora Democrática tiene en su seno gente de pensamiento socialdemócrata pero representando diversas organizaciones políticas o instituciones. ¿Qué cosas pueden unir más en una diversidad tan extravagante como la que hay en la Coordinadora Democrática que la que pudiera conseguir gente de un mismo pensamiento en un partido como Acción Democrática? Si somos capaces de estar allí y con razón por los motivos que la idearon, qué motivos no habrá entonces para hacerlo donde tenemos nuestros afectos, nuestra propia historia y la gente con la cual hemos andado toda la vida.

Me parece apropiado constituir un pequeño grupo de líderes de distintos países amigos de AD y de los eventuales interlocutores, para iniciar un ciclo de conversaciones que permitan perfilar ese reencuentro de tantos líderes y militantes que desde hace mucho tiempo, por mil razones justas o injustas, dejaron de transitar por el mismo camino del quehacer político en Venezuela. Nada será más importante en la lucha contra Chávez que devolverle a Venezuela el partido que nunca ha debido perder. Y esa será responsabilidad de quienes a su vez tenemos alguna responsabilidad con el pasado y con el futuro de Acción Democrática.

Sugiero que un representante de la Internacional Socialista (llámese Luis Ayala u otro con igual calificación), un representante del Partido Revolucionario Dominicano y otro de Liberación Nacional de Costa Rica se conviertan en los facilitadores de este diálogo histórico y que en breve plazo se pueda iniciar.

Propongo que entre las personas con las cuales hay necesidad de conversar y hacerlas parte de este hermoso proceso estén el secretario general de AD, diputado Henry Ramos Allup; los ex presidentes de Venezuela, Carlos Andrés Pérez y Jaime Lusinchi; el Dr. Antonio Ledezma; el gobernador del estado Zulia, Manuel Rosales; Claudio Fermín; Carlos Ortega y Manuel Cova.

Al contactar a los facilitadores de este diálogo a nivel internacional, sería ideal que ellos dispusieran de los sitios de reunión, preferiblemente fuera del país cuando la reunión, en el caso que fuera, se llegara a producir en conjunto.

Esta iniciativa la he tomado por la angustia creciente que siento ante la gravedad de los acontecimientos que estamos viviendo en Venezuela y su evidente prospectiva al agravamiento. Además, porque soy un convencido, después de haber militado en Acción Democrática desde mi adolescencia y estando hoy, contra mi voluntad, ausente de la vida del partido por muchos años, de que AD es actualmente más grande afuera que adentro. Y que nuestra reconciliación derrumbaría todos los escepticismos, desconfianzas y desganos que por tantos acontecimientos pudieran existir en miles y miles de militantes de AD hoy ausentes. Daríamos una excelente señal a la comunidad internacional y nacional, y recuperaríamos el orgullo de ser adecos, que pareciera perdido.

En mérito de haber sido contraparte en la lucha por la Secretaría General Nacional de Acción Democrática en las más reñidas y convulsionadas elecciones de que se tenga memoria en los últimos tiempos, sabiéndome poseedor del afecto y el respeto de la inmensa mayoría de los adecos de adentro y de afuera de las filas de Acción Democrática, y convencido como estoy de que la historia reclama este paso que va a llenar de satisfacción y orgullo a la militancia toda, es que vengo a solicitar que la organización, dignamente representada por su director adjunto, Dr. Rolando Díaz, sea parte de esta encomiable y trascendente tarea.

Con la mayor consideración. Héctor Alonso López.

Capítulo XVI del libro El rostro humano de la política

Los muertos también hablan

Por Héctor Alonso López

La memoria histórica nos obliga hacer un esfuerzo consciente por encontrar nuestro pasado, sea éste real o imaginario tratándolo con especial respeto.

En estos días después de 26 años se ha despertado una comprensible discusión sobre lo que aconteció ese 20 de  mayo1993 cuándo en la noche fuimos convocados los miembros del Comité Ejecutivo Nacional de Acción Democrática para considerar la decisión dividida del Tribunal Supremo de Justicia donde acordaban iniciar un juicio contra el Presidente de la República  Carlos Andrés Pérez y separarlo del cargo con orden de detención ante la denuncia interpuesta por el Fiscal General de la República sobre el uso de los dineros de la partida secreta.

Sin duda la figura de Luis Alfaro Ucero adquiriere excepcional protagonismo cuando toma la iniciativa de proponer al CEN de AD  la inmediata expulsión de sus filas militantes del Presidente Carlos Andrés Pérez.

Luis Alfaro Ucero propone esa noche al CEN expulsarlo y que sea convocada una reunión del Comité Directivo Nacional de AD para ratificar la desicion del CEN.

Esta discusión fue candente por la férrea oposición de quiénes estábamos en contra, porque la única opción que se nos presento era, acatar a pies juntillas, la decisión del TSJ y se procediera a expulsar de sus filas al presidente Carlos Andrés Pérez.

Consideramos los que nos opusimos, como inaceptable AD se prestará a ser cómplice de una maniobra y conspiración política de severas consecuencia para el país.

En mi caso, asumí la responsabilidad de oponerme a esta desicion, que al final, fue aprobada por la mayoría del Comité Ejecutivo Nacional.

No dejaré de recordar un hecho que más que anecdótico, fue novedoso, cuando en el CEN no se acostumbraba gabarr las intervenciones de sus miembros, ese día, por iniciativa del compañero Johan Perozo quien con su equipo  como novel estudiante de periodismo, encendió su equipo y grabo completa de mi intervención .

Esa intervención en horas de la madrugada la entregué para que fuera difundida al país al periodista Julio César Camacho en su programa de la mañana de altísima sintonía en Radio Caracas Radio matutino «noticiero solar» quien se conectaba también, con otras emisoras del continente.

El CEN se dedicó a dar por sentado que la decisión del TSJ era de obligatorio acatamiento y el CEN solo debería circunscribirse solo a expulsar a Carlos Andrés Pérez de su militancia. 

De estás decisiones donde las responsabilidad que se asuman son individual, es un acto de conciencia y yo, asumí el mío, pero no puedo dejar de reconocer el coraje y la valentía de mis compañeros Luis Piñerua Ordaz, Aura Loreto, Antonio Ledezma, Luis Emilio Rondón , Gustavo Mirabal Bustillos y Johan Perozo al oponerse a la desicion mayoritaria del CEN.

En ese CEN fue acordado convocar un Comité Directivo Nacional para el día 25 de mayo a los fines de ratificar la decisión del Comité Directivo Nacional.

El Secretario General Nacional Luis Alfaro Ucero en esa reunión del CDN, pronunció un discurso donde justificaba la decisión del CEN de AD, recibiendo el apoyo del 70% de los delegados que representaban a todas las seccionales de AD en país.

Tanto de la reunión del 20 de mayo en la noche del CEN como del CDN fue muy poco casi inexistente información que trascendiera a la opinión pública que permitieran contribuir  a la construcción de la memoria histórica que el país y por supuesto Acción Democrática merecen.

Pero unos meses posteriores   exactamente el 26 agosto de 1994 consecuencia de estas decisiones del 20 y 25 de mayo, y otras colaterales, se realizó un nuevo Comité Directivo Nacional.  El Secretario General de Acción Democrática Luis Alfaro Ucero, dió un discurso casi al calco del que pronunció el 25 de mayo de 1993 cuando expulsaron a CAP, con la diferencia, que ahora, sí lo hicieron público. Ahora, tengo la obligación política  y moral de contribuir a que ese esfuerzo de construcción rigurosa de la memoria histórica de AD y obviamente de la historia política contemporánea de Venezuela al permitir que Luis Alfaro Ucero ejerza el derecho que tienen de hablar por si mismo, así este muerto. 

En consecuencia el pizarrónpublico.com procedo a publicar íntegramente el discurso mas largo y quizás el último del caudillo: https://pizarronpublico.com/el-ultimo-y-mas-largo-discurso-del-caudillo

El último y más largo discurso del caudillo.

Luis Alfaro Ucero

En su alocución de una hora y 45 minutos realizada el 26 de agosto de 1994 en el Comité Directivo Nacional de Acción Democrática, el jefe político de AD explicó a los cedenistas las razones por las cuales el partido estaba apoyando al gobierno del presidente Rafael Caldera y la incomprensión de los dirigentes sustituidos acerca del papel que la organización política debía jugar en las actuales circunstancias de crisis.

Explicó que AD debería asumir iniciativas ante la ausencia del apoyo político del Gobierno que le permitieran demostrar al país un liderazgo en beneficio del sistema democrático. Muchos compañeros no entendieron esta posición y el rechazo fue total.

He aquí entonces un extracto del discurso pronunciado por Luis Alfaro Ucero.

―La situación actual que se vive frente al gobierno de Caldera es similar a la primera vez que llegó este al Gobierno en 1968, cuando llega sobre la base de un fraude, como lo reconociera Gonzalo Barrios, al tener que responder a una serie de planteamientos que le hacían en aquel entonces. En aquel momento Rómulo Betancourt reunió a la ahora llamada ‗cúpula‘, que entonces se llamaba Dirección Nacional, grabó el discurso porque dijo que era histórico y consideró que frente a un AD con dominio absoluto en el Congreso Nacional, y frente al hecho de que el Gobierno no tenía legitimidad, porque había apabullantes pruebas, y además, con un Estado mayor militar que reconocía la situación difícil de ese gobierno, Rómulo Betancourt consideró que AD debería darle piso político a ese gobierno, que no lo tenía, y darle estabilidad al sistema.

Era lo importante y sigue siendo lo importante para nosotros, porque ese sistema es el que permite al partido superar los resultados adversos.

Algunos dirigentes que no recurren a la historia para analizar las cosas ahora empezaron a plantear que nosotros deberíamos tomar la calle para hacerle frente al gobierno de Rafael Caldera, cuestión que yo considero demagógica porque frente al planteamiento de que debíamos abanderar situaciones que contribuyan a desestabilizar el sistema, nuestra posición ha sido la de una solidaridad institucional por la democracia y por el país. No existe en muchos dirigentes la sinceridad, es decir, la capacidad de la autocrítica, de actuar con menos prepotencia, y frente a esta situación de prepotencia y autocrítica yo reconozco que nosotros como partido también hemos sido corresponsables de la crisis del país por haber ejercido el gobierno por 10 años.

En este momento nosotros consideramos que no podíamos exhibirnos como si no tuviéramos ningún tipo de culpa en esta crisis que ha venido enfrentando el gobierno de Caldera. Esta situación de sinceridad que le permite a AD explorar dentro de la vida democrática salidas a la crisis actual que le ha dado una imagen de seriedad y credibilidad ante el público, ante el país. ¿Por qué? Porque simplemente hemos actuado con sinceridad. Si nosotros hemos tenido responsabilidad en la crisis, lo lógico es que con humildad aceptemos nuestra participación, pero con esa misma humildad trabajemos en función de buscarle salidas.

Esto no lo han entendido algunos compañeros y entonces han utilizado un estilo que nunca hubo en AD.

La posición nuestra de darle una tregua al Gobierno no es indefinida, es una tregua desprendida de cualquier tipo de mezquindad o de intereses. Algunos compañeros ante eso han dicho y han respondido que hay un pacto secreto entre Rafael Caldera y algunos de nosotros que tiene como recompensa recibir del Gobierno prebendas, contratos, etcétera.

Todas las iniciativas que nosotros hemos tomado no han sido en correspondencia con un pacto con el Gobierno, frente a un Gobierno incoherente que no ha podido presentar después de siete meses las líneas maestras, ni siquiera su plan de estabilización. La Fracción Parlamentaria ha tomado un conjunto de iniciativas autónomas, pero algunos compañeros no han interpretado nuestra posición.

Es necesario que el país entienda que, cuando nos toque fijar una posición crítica ante el gobierno actual de Rafael Caldera, lo va a ver como una posición objetiva, seria, y no justamente como una posición de un tremendismo político o de intereses mezquinos.

Un punto fue la suspensión de garantías constitucionales. AD juiciosamente planteó darle al Gobierno ocho días y el Gobierno no nos dio razones para que continuaran suspendidas. Decidimos en presencia del silencio del Gobierno votar favorablemente, y fue una decisión que se convirtió en un trapo rojo. Las cámaras constitucionalmente actuaron y el Gobierno sin embargo decidió suspender de nuevo las garantías. Cuando a uno se le coloca en una posición de dirección es para que dirija.

Algunos compañeros han planteado la tesis del referéndum, para saber que no había tiempo para un referéndum interno para auscultar la posición de la militancia o la opinión de la militancia para tomar una decisión, y cuando parecía que había una crisis inminente, entre el Poder Legislativo y el Poder Ejecutivo, cuando se habla de un referéndum, AD tomó una decisión que fue justamente la correcta, que la única vía para resolver ese conflicto de poderes era el diálogo. Era la única vía para obligar al Gobierno al diálogo y nosotros asumimos una función de partido de gobierno sin serlo, por el país y por la democracia. Es inevitable que el Gobierno presente su plan macroeconómico y de esa manera para nosotros es importante, porque entonces solo AD podría definir con claridad su posición: si apoya ese plan macroeconómico o, cual otras cosas, no lo apoya; pero es inevitable que el Gobierno presente ya su plan macroeconómico.

Alerto a los compañeros que estamos viviendo una situación difícil que puede generar una explosión de carácter social. Hay una calma aparente. La gente está en una especie de apatía, en un marasmo, pero eso tiene una limitación en el tiempo. Eso requiere que AD tenga la suficiente prudencia para hacerle seguimiento a este proceso y eso exige una coherencia, una unidad en el mando de AD.

Al lado de esto es inevitable que yo ahora me refiera a la situación interna de AD. Personalmente debo ratificar que lejos de ser cierto, respecto de las elecciones internas, de las que yo estoy en contra, yo lo digo aquí, y lo sigo afirmando, que lo ideal para AD y para mí, que se me critica y se me culpa de todo, es que se efectúen las elecciones internas, pero AD tiene que ver ese proceso no con la premura que algunos quieren; teníamos que convocar las elecciones lo más cercano a noviembre, es decir, entre junio y julio, pero en política hay los imponderables, surge el hecho de las convocatorias de elecciones en Lara por la Corte Suprema de Justicia, entonces el CEN considera que lo prudente es justamente trabajar por el triunfo en las elecciones del estado Lara y del estado Nueva Esparta. Luego viene la situación de las elecciones en Anzoátegui, donde el costo fue muy grande y exigente para AD; el aplazamiento durante mucho tiempo fue una estrategia para desestimular a la militancia de AD.

Al finalizar estas elecciones, Lewis Pérez presentó un cronograma para las elecciones internas y con su costo económico Lewis invitó a los compañeros a que analizáramos ese presupuesto, y el Buró Sindical, el Agrario y el de Educación pidieron que se les diera el mismo privilegio que tuvieron los compañeros de esos estados. Además por la CTV, que siempre ha sido una institución sindical al servicio de la causa e intereses de la clase trabajadora, donde AD ha tenido una influencia primordial; entonces en razón de esa situación no se podía ir a unas elecciones internas, de acuerdo a como lo ha dicho Federico Ramírez León, para presentarnos como un movimiento obrero dividido, y además sin que el partido pudiera sancionar a nadie. ¿Qué ha sucedido? Que estos compañeros comienzan a alegar que somos ilegítimos, que no hacemos elecciones, pero no dicen nada acerca de la posición del Buró Sindical. Transmiten un mensaje contra lo que hemos dicho y hecho modestamente en la Dirección Nacional.

Es un esfuerzo nuestro en todo el país y de cada uno de quienes ocupan posiciones en el interior, pero han recorrido estos compañeros todo el país para descalificar a la Dirección Nacional y, lo más criminal de todo, descalificar a la Dirección Seccional en todas partes.

Yo conozco y es verdad que esta dirección tiene sus limitaciones, pero es la que tenemos. Yo también tengo mis propias limitaciones, a lo mejor yo no soy un orador y no soy un egresado de Harvard. No soy un intelectual, pero conozco mis propias limitaciones, y con las limitaciones que todos tenemos, esta es la Dirección Nacional. A lo mejor mañana pudiéramos tener la suerte de que esos egresados intelectuales puedan dirigir al partido, pero en este momento es la dirección que tenemos, y esa dirigencia ha tenido la virtud de llevar el peso de esta crisis, cuyos orígenes hay que analizarlos, porque por lo demás han dicho que nosotros somos los responsables de esta crisis y no es así, y llegó el momento de decir las cosas y nosotros no podemos cohonestar las actitudes de algunos compañeros dirigentes del partido que se exhiben todos los días como salvadores con una campaña de descalificación, cuando el país mira la lealtad con la que hemos manejado la organización.

A Claudio Fermín le está pasando lo que les sucede a aquellas personas que nunca han tenido dinero y de repente se ganan una lotería y se vuelven millonarias, que comienzan a derrochar el dinero, a gastarlo en mujeres, a botar el dinero en licor, etcétera. Claudio Fermín derrochó el caudal político y su capital político, quizá porque nunca lo obtuvo trabajando, hay que decir la verdad. Claudio dice que es producto de las elecciones de base, ¿cuáles elecciones de base? Aquí no se hicieron elecciones de base para escoger el candidato, vamos a ser sinceros; nosotros, que veníamos de entregar el gobierno, de la campaña feroz que había contra AD, resolvimos, y lo dije por cierto en el CDN último, que incluso llegaron a ofrecerme la candidatura presidencial y yo dije: ‗A mí no me importa la candidatura porque para mí lo importante es el partido, que es lo permanente, que es la institución‘, el interés que tenía era que AD continuara siendo una referencia seria para el país, y resolvimos que se hiciera un proceso electoral donde el padrón electoral todo estaba con Fermín, y ustedes comprenderán que hubo sitios en donde de repente votaron cinco personas y les pusieron 20 personas, cual fue la elección de base. Sin embargo, yo convoqué después a todos los precandidatos de AD y tomamos la decisión de que Claudio fuera el candidato y que no generáramos más problemas porque AD tenía que presentarse coherentemente ante el país en esas elecciones.

Se alegó que yo estaba conspirando después; si yo me hubiese dedicado a conspirar contra Claudio, no lo hubiera sido porque de una vez aplicaba los estatutos que le aplicaron a Pérez cuando estuvo preso, y pudo haberse excluido de AD y no lo hicimos cuando estuvo preso porque hubo una decisión de un tribunal, y sin embargo no se le aplicó porque no queríamos que se generara un conflicto en esas elecciones mayores, pero si yo me hubiera querido dedicar a que no fuera el candidato, no lo hubiera logrado, porque además hubo otra acusación penal y aquí está el abogado presente (miró a Gómez Mantellini), que le dije que lo defendiera y busque al abogado para evitar de nuevo que por segunda vez volviera a la cárcel.

Luego viene la campaña y se busca a unos asesores que lo primero que le dicen es que se tiene que diferenciar de AD porque AD lo rayaba, perdimos dos meses en la campaña y hubo campaña cuando la Dirección Nacional asumió las encuestas en el único renglón que decía que arrancaba. En la encuesta, cuando se le preguntaba al encuestado por quién nunca votaría, Claudio obtenía la mayoría. Porque la gente lo asociaba con Carlos Andrés Pérez y Pérez estaba en el fondo de la credibilidad. Además, la encuesta de Gaither expresaba que más del 50% de los militantes de AD no estaban anímicamente ganados a votar por nadie.

El milagro estuvo en las cuñas, allí estuvo el éxito de la campaña de Claudio cuando tuvo parte activa en esa campaña electoral, cuando nos dimos cuenta de que de seguir Claudio con esos asesores iba a llevar al partido al desastre, y por cierto ayer cuando estuve observando la proclamación de Zedillo como presidente de México me di cuenta de la razón por la que el Partido Revolucionario Institucional nunca ha perdido unas elecciones en 60 años. Me di cuenta porque Zedillo lo primero que hacía era reconocer al PRI como factor fundamental de su triunfo. Compañeros, acto de humildad es lo que falta y es lo que falta a Claudio y a muchos de este partido.

El entorno de Claudio Fermín usa un lenguaje por cierto muy propio de su maestro Carlos Andrés, quien proclamó que él es el partido.

Cuál es el pensamiento de Claudio… Creo que debo decir algo aquí muy claro… (se refirió Alfaro a una entrevista que le hizo en una revista el periodista Aquiles Durán en el Zulia, que le dice a Claudio Fermín que la gente lo percibe a él más como candidato presidencial que como secretario general de AD).

Claudio le contesta: ‗Candidato presidencial de qué, fui candidato presidencial de qué, de nada, de qué partido, de nada, de una organización que no existía, de una Dirección Nacional corrupta, de un partido que no sirve para nada…‘ (Esto lo leyó Alfaro para explicarles a los cedenistas cuál es el pensamiento de Fermín con el partido) ‗… de marginación, de displicencia‘, pero resulta que me hago la pregunta de por qué tanta obcecación de Fermín por ser secretario general, porque al final de cuentas hay un proyecto y debo decirlo aunque algunos compañeros me dijeron que no lo diga. Yo siempre estuve de acuerdo con que se hiciera el proceso electoral y que al final llegáramos por consenso a buscar un secretario general de AD capaz de conducir al partido, esa es mi tesis. Claudio botó eso por la borda.

Reconozco que soy duro porque soy de los pocos que quedamos de una generación que luchó muy duro en su vida y todos los días; de esa generación quedamos muy pocos, pero yo no he utilizado el cargo del partido para mí y nadie puede acusarme de eso.

Es Carlos Andrés Pérez el que inventa la candidatura de Claudio Fermín para secretario general y esa decisión la toma antes de la decisión de la Corte, porque Pérez creía que actuar de esa forma lo ayudaría en su caso por la posición que él ya conocía que iba a tomar, de producirse la decisión de la Corte.

Hubo una proposición que me hicieron: que él se olvidaría de la candidatura de Claudio y, de suspender las elecciones, si yo aceptaba no excluirlo de AD.

Si Claudio Fermín actúa con humildad y reconoce la importancia de AD y se va al exterior para remozarse, etc., y viene el próximo año para ayudarnos a ganar las gobernaciones y las alcaldías, él habría sido el candidato presidencial en forma unánime, pero lo que sucedió con Claudio es que se inmola y se entierra con Carlos Andrés Pérez; como dice el dicho: ‗Uno acompaña hasta el hueco al amigo, pero no se entierra con él‘.

Perdió su futuro y lo digo con responsabilidad, porque Claudio Fermín responde a un proyecto. Porque la insistencia de un proceso electoral aun por encima de la petición del Buró Sindical, y a pesar del costo económico de hacer unas elecciones que están por el orden de los 170 millones de bolívares, ¿por qué?, porque Carlos Andrés planteó la división de AD, porque es de los que piensan que después de él, el diluvio, porque él no puede perdonarle a AD las victorias que ha obtenido sin él, y pruebas son las elecciones de gobernaciones que hemos obtenido a favor de AD. Y se quería hacer un proceso electoral violento, con recursos, porque además lo tiene y Carlos Andrés sabe que no puede derrotar a esta estructura…

Carlos Andrés Pérez continúa creyendo que él es el único que puede garantizar el futuro a AD y él cometió muchos errores que hoy los está pagando AD, pero no se da cuenta ni hasta de su estado de salud, él dice que no tiene ni un by-pass, tiene cuatro…

El desprestigio de AD es producto de muchas cosas de Carlos Andrés Pérez. Les voy a echar un cuento de la crisis militar que se presentó cuando se iba a nombrar el ministro de Defensa, porque la vieja Cecilia Matos quería a Santiago Ramírez, que era su candidato para ese cargo, y aparecía bailando todos los días ese señor con la vieja y estuvo a punto de crear una crisis profunda.

AD también cargó el problema de Blanca Ibáñez, o es que aquí hay que reconocer que nuestros hombres, y en este caso Pérez, no han sido sinceros, él no ha reconocido con humildad que fue débil, que permitió que Cecilia Matos hiciera negocios.

Allí tienen ustedes el expediente que hizo Henry Ramos sobre el caso de la exportación de azúcar tomando un crédito español donde estaba metida la mano de Cecilia Matos y lo llevó a Carlos Andrés Pérez y este se hizo el desentendido, porque en ese negocio estaba ella y con las Fuerzas Armadas muchos oficiales tuvieron que pasar por la experiencia condenable de su alcabala, y aquí se hablaba solamente de una barragana y es que aquí hay barraganas de un solo lado, aquí hay barraganas por parejo y de ahora en adelante les digo aquí a los del CDN la necesidad de que el partido tenga una vigilancia estrecha y absoluta con todos los compañeros que vayan a ocupar posiciones públicas, porque no podemos seguir permitiendo que, por sus propios actos lesivos a la moral y a las buenas costumbres de esos compañeros, se expongan la credibilidad y la institucionalidad de AD.

La reestructuración del partido no es una simple operación matemática.

Yo he deseado las elecciones internas porque no tengo miedo, yo llegué a la Secretaría General ganándole al gobierno de Pérez, que no quería que yo fuera secretario general.

(Alfaro, en otro pasaje de su intervención, recomendó a Fermín que se regrese al MEP, a quien va a elegir la base…). Acaso a quienes están pidiendo amnistía ahora o aquellos que se fueron para otras organizaciones políticas que se dedicaron a destruir a AD.

No, esos que no regresen más nunca, porque cuál es el negocio de AD si estando afuera hemos ganado elecciones, hemos mantenido el partido, lo vamos a incorporar para que se queden afuera, que no regresen más nunca.

Es el caso de Mérida, que se está sacando al grupo de los amigos de Fermín. Paparoni se saca de la Secretaría de Organización, porque atendió al halago y por atender eso rompe la línea del partido, y si William Dávila para mantener la jefatura del CES depende de un hombre así, estamos mal… Había que imponer la disciplina y si él atendió al halago que se vaya…

En referencia a la última encuesta, no tiene por qué salir en posiciones altas si no está luchando por la presidencia de la República, pero hay algo importante en esa encuesta, que se demuestra que la Dirección Nacional del partido sí está en sintonía cuando le preguntan a la militancia si ve con buenos ojos lo que la Dirección Nacional está haciendo, y eso demuestra que sí hay sintonía de la dirección y se requiere dar una imagen de cohesión hacia afuera, de una unidad de criterios para enfrentar la situación electoral el próximo año, es por eso que yo considero que algunos compañeros no pueden seguir en el Partido” (aplausos prolongados, vítores, de pie).

LA PURGA

En consecuencia, el CDN de Acción Democrática decidió sustituir de sus cargos del Comité Ejecutivo Nacional a los dirigentes Luis Emilio Rondón, Antonio Ledezma, Gustavo Mirabal Bustillos, Aura Loreto de Rangel y a mí, Héctor Alonso López, por desacato a la línea política y las especulaciones ofrecidas respecto del apoyo del Partido Blanco al gobierno de Rafael Caldera.

Igualmente, el CDN decidió nombrar a los sustitutos de los dirigentes removidos y aplazar las elecciones internas, según petición del Buró Sindical, el Agrario y el Educacional.

Las nuevas caras del CEN fueron Luis Aquiles Moreno, Otto Padrón Guevara, Marcos Maldonado, Oscar David Soto y Rosa Parra, quien sustituiría a Liliana Hernández en la Secretaría Juvenil y sería ascendida como secretaria política.

En ese CDN prácticamente hubo solo una opinión disidente, que fue la de Luis Piñerúa Ordaz, quien dijo respecto del gobierno de Caldera: ―Estoy convencido de que estas políticas llevarán al desastre a este país, y AD, con la colaboración que le está prestando, será arrastrado por esa política nefasta.

Criticó que cuando el partido tenía una posición con respecto a la suspensión de garantías, sorpresivamente el Secretario General se entrevistó con el presidente Caldera en Tinajero y que también a CAP lo ejecutaron cuando salió del poder, preguntando por qué no lo hicieron cuando mandaba.

Reseñaba la excelente periodista del diario El Globo Imperio Rodríguez:

―Muy ordenaditos, calladitos, en conciliábulos, fueron llegando uno a uno los dirigentes nacionales de AD para oficializar lo ya conocido y fraguado durante largos meses como premio a Claudio Fermín por haber logrado un segundo lugar en las presidenciales para un partido que nada apostaba, salvo un cuarto lugar. No parecía un CDN adeco sino una aburrida conferencia a puertas cerradas.

Claudio era esperado, pero prefirió quedarse en su casa junto a Héctor Alonso López, Johan Perozo y Gustavo Mirabal Bustillos. Comenzó la tragicomedia con el himno partidista a cargo de la Coral del CES de Vargas. Pastor Heydra comentaba que en el quórum había relleno.

La inquieta Paulina Gamus fue la primera en calmar los bostezos de los activos reporteros de televisión y facilitó un avance muy institucional y, por tanto, calichoso.

Eran las 10 y 30 de la mañana y el calor se hacía sentir solo por la ausencia de aire acondicionado, porque el clima interno era cuidadosamente gélido. Una hora después, llegaba con paso apresurado el ex presidente de AD, Humberto Celli. Henry Ramos garantizaba que a la Fracción Parlamentaria no iba ningún diputado ni senador alguno. Adentro, David Morales Bello presentaba un documento en materia económica. Y Ramos Allup proseguía la cantinela: ‗No hay división… el que se vaya se irá con el ánima sola‘, olvidaba que la lluvia de votos de diciembre fue por el carisma de esa ánima sola. Con aviesa imaginación, lanzaba dardos verbales: Ellos no encajan en un equipo partidista coherente… son los compañeros que sistemáticamente han dicho que fundarán otro partido…‘.

Cerca del mediodía llegó Carmelo Lauría, con una amplia sonrisa de satisfacción e interesada efusividad con la prensa y con los delegados. Parecía estar en campaña, pero su declaración fue sobre las diversas propuestas a los fines de ‗reestructurar al partido.

La sonrisa de Lauría en ese CDN fue la sonrisa del vengador. Seguramente tendría presente en su memoria cuando Claudio Fermín, un día antes de vencerse el lapso de postulación de aspirantes a la candidatura presidencial de 1993, salió absuelto por un juez de la República y su nombre quedó registrado para competir por la candidatura de Acción Democrática para las elecciones presidenciales de 1993. Pasaron 52 años de la fundación de Acción Democrática para que un hombre de su cuarta generación se convirtiera en candidato a la presidencia de la República. Recuerdo cuando, desde el Comité Ejecutivo Seccional de Caracas en El Paraíso, comenzamos a recibir y emitir los resultados de las elecciones de base que se realizaron en AD y la contundente revolcada que Claudio Fermín dio en todo el país, cuando me tocó ir dando los boletines, me llamó el propio Lauría y me dijo que él reconocería ya el resultado, a cambio de que nosotros no siguiéramos emitiendo más boletines. Pero en ese CDN se dio por satisfecho. Había gobernado bastante, con Caldera, con Lusinchi y con Pérez. Y a quienes nacimos en AD nos ayudaba a dar por concluida nuestra presencia en la dirección y militancia del partido.

Abrazando la verdad.

Entrevista: Héctor Alonso López

Hace unos cuantos años, un 26 de junio de 1990, me invitó a su programa de televisión un polémico periodista del estado Sucre, Luis Marcano Barrios, y en un fluido intercambio de preguntas y respuestas y de réplicas y contrarréplicas, sostuvimos este diálogo.

―Héctor Alonso López: En este momento, Acción Democrática está viviendo una circunstancia muy interesante dentro del contexto político venezolano; porque AD ha tenido una significación histórica, ya que fue el primer partido de masas que surgió en Venezuela; fue el partido que organizó al pueblo para luchas por sus reivindicaciones y por lograr convertirse en actor fundamental de su propia transformación. Por supuesto, lo que ocurre en AD crea natural expectativa en el país, porque lo que haga o deje de hacer tiene, de una u otra manera, consecuencias en toda la colectividad del país.

Estimo pertinente señalar que lo que está ocurriendo en AD es reflejo de una crisis histórica que vive nuestra sociedad. Somos instituciones que participamos en la vida en sociedad, y, después de un proceso de transformación muy importante que ha vivido Venezuela a lo largo de estos 32 años, se han producido desajustes porque, en primer término, el país se ha modernizado, ha cambiado en relación con el país donde nacimos como instrumento de redención; y por la otra parte, está la necesidad de que las instituciones políticas fueran alcanzando al país que hemos construido. ¿Qué ha ocurrido de verdad en AD y que ocurre hoy?

El partido que es expresión de nuestra sociedad ha estado imbuido de cambios generados por la dinámica social y económica.

Yo he dicho que hay un elemento muy importante a destacar para entender lo que está ocurriendo. Venezuela tuvo la suerte de que la naturaleza nos entregara petróleo, que ha sido desde su aparición el motor fundamental de nuestro desarrollo. Debemos recordar, sobre todo a la nueva generación de venezolanos, nacidos en la democracia, que el petróleo tiene más de 60 años de explotación; llegó un momento en que su precio era de 2 o 3 dólares el barril; ese era el precio que le colocaban las transnacionales. Con el tiempo, fuimos tomando decisiones que iban reivindicando para el Estado el control de este recurso fundamental, hasta que llegó un día, y quizás este ha sido uno de los errores que tenemos que rectificar, en que el valor del crudo llegó a costar 36 dólares. Esto provocó que no supiéramos hacer uso de ese ingreso súbito de riqueza inesperada.

Eso trajo como consecuencia un gran desajuste en el país y el surgimiento del facilismo en nuestra sociedad; porque se hacía dinero con mucha facilidad, y el valor trabajo, que es un elemento consustancial a la concreción de una sociedad justa, se puso a un lado, y se consolidó el facilismo, que fue resquebrajando valores morales y éticos de nuestra sociedad, y los partidos políticos fueron penetrados también por un elemento corruptor, que es el clientelismo, y el clientelismo provocó que los liderazgos naturales, que surgen de abajo hacia arriba, fueran sustituidos por el liderazgo producto de la dádiva, del beneficio personal, y entonces los agradecidos pasaron a ser líderes. Una nueva forma de hacer política, pero equivocada.

Todo esto trastocó a los partidos, no solo a Acción Democrática; lo que pasa es que en AD es más notorio porque nuestro partido es más grande, y las consecuencias de esta práctica tenían mayor influencia en el conglomerado social.

Todo este marco al que estoy haciendo referencia es para explicar lo que está ocurriendo en AD hoy. Yo hablo por AD porque es la organización que más conozco; pero sé que este es el reflejo de lo que está pasando a otras instituciones del país. Los que nos toca ahora es percatarnos de esos errores, de esas omisiones, y que tengamos claridad de que debemos entrar en esas rectificaciones que nos llevan a nuevos rumbos.

LMB: Hay algún agotamiento en las banderas de AD, lo cual resulta natural; ya que todo crecimiento genera crisis. ¿Cómo cree usted que pueda revitalizarse la organización?

HAL: Para mí, lo más importante no es lo que uno circunstancialmente pueda representar, porque yo tengo la convicción de que los hombres somos circunstancias y las instituciones son permanentes. El destino de Acción Democrática está por encima de cualquier aspiración, por muy legítima, que yo pudiera tener. Sin embargo, uno parte de las circunstancias que hoy caracterizan al partido. Yo en este momento me siento con la inmensa responsabilidad de ser uno de los dirigentes de las nuevas generaciones de AD, de lo que podemos llamar ‗generación emergente‘, que, producto de más de 26 años de lucha continua que son más de la mitad de mi vida, me han permitido conocer a Venezuela, sus sueños y sus angustias. Por supuesto que el destino es una preocupación lógica, porque el partido se ha convertido en nuestra propia vida; pero yo estoy convencido de que AD va a encontrar ese rumbo porque aquí hay una generación que se preparó para interpretar esos nuevos tiempos y esas nuevas realidades. No nos van a faltar el coraje ni la audacia para estar a tono con el momento histórico que vive el país. Decía en una oportunidad Ramón J. Velásquez, un historiador muy importante de la Venezuela contemporánea, que los ciclos históricos de Venezuela sufren mutaciones cada 30 años. Precisamente, estos 30 años de la democracia, y aquí tiene que producirse un cambio muy importante y ese cambio tiene que seguirlo produciendo AD; pero AD no lo puede generar si se sigue moviendo en los parámetros de conducta que se han venido utilizando en los últimos tiempos, caracterizados por los siguientes elementos: AD, desde el punto de vista organizacional, es bueno decirlo, es el primer partido político de Venezuela, y cuando AD se creó como partido, estaban de moda los partidos socialistas y comunistas de la Europa oriental; entonces lo que hace AD es calcar los moldes estalinistas de esos partidos. Nosotros practicamos lo que se denomina el ‗centralismo democrático‘, que no era otra cosa que la toma de decisiones de arriba hacia abajo; de manera vertical, se aplicaban las decisiones que se tomaban. Como la sociedad ha abierto las compuertas, exigiendo mayor participación y una mayor democratización, lo lógico es que ahora el partido cambie la relación de la organización para acoplarnos a la sociedad civil que comienza a organizarse y a tener presencia como un elemento consustancial a la propia realización de las organizaciones políticas. Por eso es que he tomado la decisión de entrar en ese proceso electoral, en un rol protagónico; no porque así lo haya querido; porque en definitiva, tengo la convicción de que uno llega no solo adonde uno quiere, sino adonde los demás lo permitan. Uno es la respuesta de un colectivo, y he entendido que me ha llegado el momento histórico de asumir una posición de avanzada en el partido, y por eso voy a aspirar a la Secretaría General Nacional de Acción Democrática, porque ese es el instrumento y la herramienta para que nosotros podamos iniciar una política que le permita a AD incrustarse en todo el entramado social venezolano.

AD no puede permanecer desconectado de los empresarios y comerciantes progresistas, de los trabajadores, de los gremios profesionales, de los campesinos, de la juventud… No podemos aislarnos de los factores que son la razón de ser de nuestra acción en la sociedad; pero, por otra parte, sabiendo que somos partido de gobierno, tenemos que asumir el rol de verdaderos y actualizados conductores del país. En los últimos tiempos, de las elecciones de 1988 para acá, yo he tenido la angustia de que muchos dirigentes no han interpretado el mandato que recibimos del pueblo para gobernarlo, y los compañeros de pronto, frente a una medida que resulta impopular circunstancialmente –las medidas que CAP por imperativo histórico ha tenido que tomar–, no la defienden porque genera impopularidad. Claro que lo único que jamás puede dejarse de asimilar es que cuando a uno se le entrega una responsabilidad tiene que cumplirla, sin pensar en la popularidad o no, si se está cumpliendo con el mandato confiado.

LMB: ¿Usted está haciendo alusión al aumento de la gasolina, por ejemplo?

HAL: Pudiera ser. Sobre ese particular hay algo importante que decir. Yo conozco el censo automovilístico de este país. Las dos terceras partes de los venezolanos no tienen vehículo y resulta que en Venezuela estamos vendiendo la gasolina más barata del mundo. Esto significa que los beneficiarios no son la mayoría de la población.

Aquí hay gente que podemos pagarla a un precio mayor y resulta que se nos vende a un precio igual a todos los estratos de la población. Tanto al que tiene más recursos económicos como a los que poseen menor cuantía, con lo cual se mantiene una injusta situación de privilegio.

LMB: ¿No contrasta su afirmación con los brotes de violencia que ha habido durante los últimos días?

HAL: Yo esa consecuencia tengo que evaluarla como dirigente del partido y del Gobierno. Yo estimo que CAP ha sido prudente en no tomar esa decisión ahorita; pero el político que tenga sentido de responsabilidad y les diga a los venezolanos

que nosotros vamos a tener una comida barata les está mintiendo. El aumento de la gasolina vendrá. El problema no es la gasolina, el problema es de pan.

LMB: ¿No sería conveniente una mejora en los salarios?

HAL: Claro, el problema es que nosotros no podemos seguir creyendo que Venezuela se pueda seguir construyendo sobre el artificio del subsidio. Nosotros tenemos una gasolina subsidiada, con lo cual el rico recibe más subsidio del Estado que el pobre que no tiene vehículo, y asimismo te pudiera decir en otros rubros. Los necesitados requieren el transporte colectivo. Lo que hay que hacer es darle un buen servicio a la colectividad para que, en caso de que se produzca un aumento en el precio de la gasolina, esa persona pobre, si hablamos de justicia social, pueda recibir un subsidio directo, con lo cual se busca un efecto directo muy importante mayor, o mantener en niveles deseables el poder adquisitivo de los más desposeídos. Y por otra parte, por tener gasolina barata, no hemos desarrollado una conciencia conservacionista. Cuánto nos ahorraríamos en enfermedades por descontaminar nuestras ciudades y qué tanto daño nos hace sin darnos cuenta.

LMB: ¿Cuál debe ser el parámetro para fijarle el precio a la gasolina? Se ha dicho que será similar al de Estados Unidos, pero es bueno considerar que cualquier obrero o empleado norteamericano gana mucho más que un venezolano.

HAL: Aquí, más con afán alarmista y distorsionador, se ha venido diciendo que nosotros queremos colocar el precio del combustible al nivel del mercado internacional; lo cual no es cierto. Lo que sí intentamos es acercarnos al precio del valor de exportación, que es máximo de 6 bolívares el litro. Lo que pasa es que en Estados Unidos un galón cuesta más de 100 bolívares y en cualquier parte del mundo, en Curazao, por ejemplo, un tanque se llena con 700 bolívares o más.

Lo trascendente es que nosotros vayamos racionalizando nuestra economía y que vayamos desechando subsidios y establezcamos una política arancelaria que nos sirva para proteger la ineficiencia de nuestra industria, como ha ocurrido hasta ahora. Aquí nadie protesta porque el Estado les da subsidios a los ricos por ser ineficientes, pero como el facilismo es una nueva manera de ser nacional, a muchos les importa un bledo que regalemos la gasolina y que los ricos sí puedan ser más ricos con subsidios del Estado y con ganancias exorbitantes, sin darnos cuenta de que el petróleo algún día se nos acabará o tendremos que importar gasolina, y ya veremos cuánto nos va a terminar costando. Estamos obligados a desarrollar políticas compensatorias desde el punto de vista social. Tenemos que aumentar los salarios de los trabajadores; porque la disminución del poder adquisitivo ha sido una de las más dramáticas que en Venezuela se han producido. Tú debes saber que en Venezuela –y esa ha sido una de las consecuencias de los peores errorescometidos– el ingreso per cápita de los venezolanos es hoy igual al de hace 20 años, después de 32 años de democracia.

LMB: Coincido con usted en la necesidad de crear una conciencia conservacionista, pero insisto: ¿por qué se va a aumentar el precio de la gasolina si está bajando el precio del petróleo? En cuanto a la conservación, ¿ese será otro aspecto a considerar por los nuevos esquemas de AD?

HAL: Debo señalar, en primer término, que nuestros gobiernos desgraciadamente les han imprimido un carácter demagógico a muchas de sus conductas. Una de ellas es no colocarle el precio justo a la gasolina, el que le corresponde a su verdadero valor de producción. Resulta que hoy tenemos gasolina barata, y si cualquiera de nosotros dice que vamos a aumentar el precio de la gasolina, entonces uno es impopular y se le viene el mundo encima; porque es una bandera fácil de explotar. Pero nadie dice que si seguimos despilfarrando nuestros recursos naturales no renovables, eso servirá para traer y comprar todo desde afuera y no seremos productores de lo que necesitamos y que sea producto de nuestro propio esfuerzo. Eso es facilismo y relajación de principios y valores, que nos aleja cada vez más de ser dueños de nuestro propio destino, pues el destino muchos creen que vino junto a ese regalo de la naturaleza. Pero es irresponsable que los políticos y los venezolanos no nos hayamos dado cuenta de que la Patria no solo la conformamos los que vivimos hoy, sino habrá quienes como generaciones nos sucedan en la construcción de ese destino.

LMB: ¿Por qué no podemos tener gasolina barata, si esta es un don de la naturaleza y los italianos y los franceses sí pueden tomar vino a bajo precio?

HAL: La gasolina no es un don de la naturaleza, es un derivado de un regalo de la naturaleza; la gasolina hay que producirla y ella tiene costo y tiene valor comercial y puede ser generadora de divisas, y si no la tuviéramos tendríamos que buscarla por otras vías. Para hacer gasolina se requieren hombres y tecnología, se requieren horas de trabajo, y porque Dios nos la dio la botamos. Es decir, por no sudar por ella, eso nos da el derecho a regalarla, para pasear, para ir a la peluquería, para ir a parrandear. Dar vueltas hasta que nos cansemos hablando pistoladas.

El vino es otra cosa, porque el petróleo es un recurso natural no renovable, se agota, se extingue y no se puede sembrar; mientras que en esos países sí se pueden sembrar y reproducir los viñedos. Pero resulta que si los venezolanos no nos percatamos y seguimos malbaratando la gasolina, va a llegar el momento en que toda la producción de petróleo la vamos a tener que consumir en gasolina para abastecer al país. Si nosotros lo que estamos utilizando o inutilizando mal, gracias al despilfarro por el subsidio que recibimos, lo estuviéramos utilizando en divisas en cantidades importantes, estas nos permitirían afrontar los problemas que temenos de servicios públicos, para darles crédito oportuno a los campesinos, a la industria, o para desarrollar y ampliar las posibilidades de educación para las grandes mayorías. Pero eso no se le dice al pueblo. Solo dicen que si somos dueños del petróleo tenemos derecho a gasolina barata. Pero nadie se pregunta a sí mismo: ‗¿Por qué somos egoístas con los que vienen detrás de nosotros que les despilfarramos los recursos que requerirían para tener un país desarrollado como lo merecen?‖. Es el egoísmo el que está privando.

LMB: Se ha afirmado que este aumento se hace para cubrir el déficit fiscal…

HAL: No es cierto; porque hasta donde yo conozco, el presidente Pérez nos planteó que íbamos a aumentar la gasolina y lo que obtengamos por el concepto de eliminación del subsidio nos servirá para cubrir los gastos de inversión de una ley de vialidad que vamos a llevar al Congreso Nacional. Eso significaría una inversión de unos 40 mil millones de bolívares, que nos pondría en una situación radicalmente distinta de la que ahora estamos en relación con la producción de alimentos; ya que en gran cantidad de ocasiones se pierden las cosechas porque no hay buenas vías de comunicación entre los sectores de la producción y la comercialización. Y lo otro es cómo se crearían fuentes de empleos por miles construyendo carreteras secundarias, carreteras rurales y autopistas, que significaran mejoras para muchas familias, en vez de favorecer a los pocos que tenemos vehículos.

En cuanto a lo otro de tu pregunta, yo lo que aspiro es que AD sea una organización que tenga continuidad histórica con los ideales de nuestro origen.

LMB: ¿Un partido que no haga demagogia y diga que tiene ser aumentado el precio de la gasolina?

HAL: Yo sí creo eso. Yo no tengo temor en decirlo; porque estoy convencido de que la única manera de rescatar la credibilidad del pueblo es hablándole con sinceridad. Porque estoy seguro de que mañana o el próximo año el Gobierno tendrá que aumentar el precio de la gasolina para darle precio justo y que los venezolanos no sigamos despilfarrando un recurso que no es indispensable. Entonces, como esto queda grabado, prefiero que mañana nadie diga que yo, por hacer demagogia o por ganarme simpatías pasajeras, dije que la gasolina no debería ser aumentada quitándole paulatinamente el subsidio oneroso que hoy tiene y que les quita posibilidades de crecimiento y desarrollo a otras áreas o sectores del país y, fundamentalmente, a los más desposeídos. No puede hacerse de un solo golpe. Para llegar al tope que queremos, tenemos que irlo dosificando, tenemos tiempo para eso. Entonces, podemos ir aumentando unos céntimos cada mes y vamos compensando con aumentos salariales, con bonos de transporte y una política de transporte eficiente. En estos términos es que tenemos que hablar. Entonces, lo que yo quiero es un partido que le hable al pueblo con franqueza, que lo interprete, que le enseñe, que lo eduque, que le explique cómo y por qué tienen que ser las cosas. Nuestro partido está mudo y cuando habla es para criticar al Gobierno, que es nuestro.

LMB: Eso pareciera un mal generalizado en los partidos políticos, que han puesto de lado su función pedagógica para convertirse en simples maquinarias electorales…

HAL: Es verdad, hay una obsesión electoralista. Lo importante es ganar las elecciones. Un ejemplo de esta forma de actuar es la actitud asumida ante el país por Eduardo Fernández, quien acaba de regresar de México. A su regreso, dio unas declaraciones sobre la economía social de mercado y sobre una serie de definiciones en política económica. Es decir, vino exaltando lo que en México está ocurriendo. En ese país se está recuperando la economía, como ocurre en España. Y resulta que en Venezuela se está aplicando el mismo recetario o parecido al de México. En pocas palabras, Eduardo afirma que lo de México es extraordinario; lo malo es lo que se está haciendo aquí. Pero no dice que las medidas de ajustes que está aplicando el Gobierno sobre la economía son similares a las puestas en vigencia por el Estado mexicano desde hace nueve años. Digamos que aquí estamos en la etapa inicial del proceso que se registra en la nación azteca; lo cual demanda continuidad en los planes que estamos ejecutando y te afirmo una cosa: si el programa de ajustes que ha puesto en vigencia Carlos Andrés Pérez no tiene continuidad en el venidero período constitucional, el remedio será peor que la enfermedad; porque definitivamente la economía y la sociedad venezolana pueden colapsar. Ese es el reto fundamental que tiene el partido, y por eso yo quiero conducir al partido para que esté en sintonía con ese compromiso.

LMB: Ahora que usted menciona las relaciones partido-Gobierno, hay un reto muy importante para AD como partido político de futuro, que es auspiciar la regionalización, para no mencionar la mala palabra ‗federalismo‘, que ha sido mal entendida, sobre todo aquí en el estado Sucre…

HAL: Mira, yo conozco por suerte este estado. Lamentablemente, a esta región no se le ha percibido en sus verdaderas y exactas potencialidades. Lo primero es que tenemos que convencernos de que no podemos hacerle todo lo que quisiéramos de una sola vez; sino que tenemos que hacer lo que obligatoriamente nos corresponde como prioridad. Este es un estado con tres características fundamentales: es un estado turístico por excelencia, gracias a estos hermosos regalos de la naturaleza. Es un estado pesquero. La riqueza que tenemos en nuestros mares es tan inmensa, que además no tenemos que invertir mucho; pero no lo hemos sabido explotar con una política audaz y definida, y eso permitiría que muchos se incorporaran a esta industria para ser la gran industria pesada de la región. Y la otra es la agrícola.

Si nos dedicáramos a explotar en forma coherente y sistemática estas áreas del estado Sucre, él prosperaría, pero no se le ha dado continuidad a ninguna de esas políticas, como ha debido hacerse. Por eso yo tengo mucha confianza en el gobernador Eduardo Morales Gil, que conoce bien este estado; puede convertirse en la herramienta, en la palanca que defina definitivamente el perfil real del estado Sucre. Es posible que esto no sea alcanzable en solo tres años, pero si él le define rumbos definitivos, es posible que con una política orgánica y coherente en el tiempo, el estado Sucre pueda ser uno de los estados más importantes de Venezuela, aunque también es importante afirmar que los propios pueblos tienen que quitarse ciertos pesimismos y complejos creados. A la gente de este estado se le viene diciendo que este es un estado marginal; que es uno de los estados más deprimidos económicamente del país, y yo les digo a los sucrenses que no permitan que se lo sigan diciendo aun cuando sea verdad; ustedes tienen que asumir el reto de lograr su desarrollo, con las potencialidades y la fuerza que hay en el estado, con un gran contingente de nuevas generaciones que están dispuestas a ofrecer lo mejor de sus esfuerzos para impulsar esta región.

Y por otra parte, en relación con tu pregunta sobre la regionalización o, si queremos, lo que tú llamas u otros llaman ‗federalismo‘… Esta es la gran revolución del tiempo por venir. La desconcentración del Estado todopoderoso nacional permitirá que las regiones sean dueñas de su propio destino. Ya no tendrán que preocuparse de si el Gobierno Nacional quiere o no a su gobernador, serán ustedes de acuerdo con lo que él sea capaz de hacer o dejar de hacer los que tendrán su destino en sus manos. Aquí vendrá una competencia positiva entre los gobernadores, para demostrarles a los pueblos quién lo hace mejor, y seguro estoy de que de allí saldrán los futuros conductores de la Patria que ahora comienza a nacer”.

Cuando tus enemigos dicen ser tus amigos.

El procurador general de la Republica Dr. Jesús Petit Da Costa en el gobierno del Dr Rafael Caldera en un mes de Mayo como éste declaró en el diario El Globo bajo el título ¿ Solución judicial de la crisis política ? con elocuente testimonio y así lo transcribo:

”El Presidente Pérez ha sido condenado por el Tribunal de la opinión pública. Nadie duda de su culpabilidad. Está perdido. El pueblo entero ha bajado el pulgar. Espera ahora por el verdugo. Fue el papel asignado a la Corte Suprema. No le corresponde juzgar, le corresponde ejecutar el veredicto popular”.

El Presidente de la Corte Dr. Gonzalo Rodríguez Corro, como una burla a ley declaraba a la opinión pública y religiosa del país, que a Pérez solo le quedaria el recurso de la Corte Celestial.

Mientras, el emisario que debería comunicar el auto de detencion se tomó el tiempo que consideraron prudente para dar oportunidad a una eventual fuga, el CEN de AD era convocado para decidir expulsarlo de sus filas con 21 votos a favor, y al día siguiente ratificado por dos tercios del Comité Directivo Nacional realizado en el La Guaira.

Dijo Carlos Andrés Pérez, «sí yo fuera un hombre de venganzas esta sería mi enganza». Se quedó en Venezuela y soportó un juicio injusto producto de una conspiración sin precedentes donde coincidencial e indolentemente se encontraron todos sus tradicionales enemigos, quienes decían ser sus amigos.

Caracas 7 de Mayo de 2020

Hector Alonso Lopez
Instagram: @alonhector
Twitter: @hectoralonso

Antonio Ledezma, candidato.

Hace pocos días escuché un excelente programa de TV con Antonio Ledezma moderado por Napoleón Bravo con motivo de los 65 años de vida de Antonio. En el desarrollo del programa Napoleón le preguntó a Antonio Ledezma cuál había sido su peor error en política, y sin titubear contestó: «no haber enfrentado las pretensiones de hacer a Luis Alfaro Ucero candidato presidencial de AD en 1998”.

En ese momento, y me consta, las encuestas decían que Antonio Ledezma era quien tenía la mayor aceptación en AD para ser el abanderado del partido. Desafortunadamente, la mayoría del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) de AD, los mismos que defenestraron a Carlos Andrés Pérez, junto a los gobernadores de estado y un grupo de empresarios que había adquirido una inmensa influencia en Acción Democrática, se empeñaron en hacer a Luis Alfaro Ucero candidato presidencial AD.

Al escuchar a Antonio Ledezma sentí un gran alivio por él, por mí y por muchos amigos y otrora compañeros de partido que en su mayoría fuimos excluidos de AD por impulsar la renovación del partido bajo el lema “O cambiamos o nos cambian”.  Ese grupo de excluidos, a pesar de que ya no formábamos parte de AD, no vacilamos en decir que Antonio Ledezma, uno de los pocos que sobrevivió la purga, era el mejor rostro de cambio y renovación para AD y Venezuela, la cual atravesaba una profunda crisis social y económica por la nefasta presidencia de Rafael Caldera y su chiripero.

Todos sabemos la historia. A Ledezma lo obligaron a ser el jefe de la campaña de Alfaro y nadie ignora la humillación a que fue sometido el propio Alfaro.

No estoy seguro si aún habiendo sido candidato presidencial de AD Antonio Ledezma hubiera ganado esas elecciones, pero de lo que si no tengo dudas es que Antonio le hubiera ahorrado al partido que ha protagonizado la más hermosa historia política contemporánea de Venezuela tamaña tragedia como la que ha vivido desde esa fecha para acá.

Estoy convencido que el mejor regalo que Antonio Ledezma se dio a sí mismo en su cumpleaños es haber hecho esa confesión. Y sus amigos que tanto lo admiramos y queremos la recibimos como un rocío en medio del torbellino, pues era un tema que parecía vedado entre nosotros. La verdad libera y fortalece. 

Gracias Antonio por ayudar a que la historia la sigamos escribiendo con autenticidad y con la verdad como horizonte.  

Antonio Ledezma sabe que desde que lo invité hace muchos años en el Guárico a formar parte de un ejército de jóvenes para luchar por nuestros sueños y utopías, nunca dejó de exhibir su liderazgo para convertirse en una referencia de esperanza certera para el futuro de Venezuela. 

Ahora te extiendo una nueva invitación: ha llegado el momento de retomar ese liderazgo y de hacer ese futuro con el cual hemos soñado una realidad.

Es el momento de construir la Venezuela que tanto queremos.  Está en tus manos y las manos de todos los venezolanos que merecemos vivir en libertad y democracia, continuar el legado de esos grandes hombres que nos abrieron infinitas oportunidades y de los cuales nos sentimos orgullosos.

Héctor Alonso López
Caracas, 4 de mayo de 2020

Ante el paisaje en ruinas, un testimonio de la barbarie.

Héctor Alonso López

“No hay documento de cultura que no lo sea al mismo tiempo de barbarie”
Walter Benjamin (Obras. Libro I/Vol 2)

Esta es la pregunta que está en el corazón del presente: ¿Qué nos pasó? Venezuela se está desmoronando y transita la senda estrecha de la destrucción y el abismo. Ni los muertos están seguros en sus sepulturas. La coyuntura es una agónica encrucijada de caminos. Y esta imagen no es una técnica dramática tremendista.

No me propongo actualizar el viejo dilema de civilización o barbarie, no. Si hago mía la reflexión de Walter Benjamin en torno a la pregunta: ¿Cómo podemos hablar de historia?  La historia se construye a través del acto mismo de relatarla. Para aquel desventurado filósofo y critico cultural víctima del nazismo, el problema no era responder cómo se han desarrollado las cosas, sino saber plantear las interrogantes. 

Apoyado en el concepto del presente, Benjamin enjuicia el Angelus Novus, la acuarela del artista alemán expresionista Paul Klee. El ángel de la historia tiene la boca abierta, los ojos desorbitados y las alas desplegadas. Su interpretación de la obra está contenida en la tesis número once:

Pues este aspecto deberá tener el ángel de la historia  Él ha vuelto  su rostro hacia el pasado. Donde ante nosotros aparece una cadena de datos, él ve una única catástrofe que amontona incansablemente ruina tras ruina y se la va arrojando a los pies. Bien le gustaría detenerse, despertar a los muertos y recomponer lo destrozado. Pero, soplando desde el Paraíso, una tempestad se enreda en sus alas, y es tan fuerte que el ángel no  puede cerrarlas. Esa tempestad lo empuja incontenible hacia el futuro, al cual vuelve la espalda mientras el cumulo de ruinas ante él va creciendo”.

Creo entender que el sentido de la historia humana se muestra en las rupturas, en el repentino  surgimiento de lo imprevisible. Luego entonces no hay un destino fijado escrito en piedra. Al concebir la  historia como un paisaje en ruinas, Benjamin mostro cual fue su experiencia personal. En cualquier caso, esta es para mí la enseñanza a retener: la instancia del presente condiciona nuestra  visión del pasado y del futuro.   

 ¿Cómo hemos llegado a la debacle y a la eventual disolución nacional? Intentar responder a esa interrogante es mi homenaje a la fiesta de la memoria, ahora y en la hora en que Acción Democrática celebra el nuevo aniversario de una larga existencia. Este escrito esboza un recuento personal que invita a pensar, a participar y a comprometerse.   

Aprendimos sobre la Venezuela heroica narrada en los libros de escuela. Nos conocimos cuando éramos adolescentes. Compartimos los mismos sueños. A lo mejor las mismas utopías. Intercambiamos literatura novedosa que satisfacía nuestra sed de aprender. Pero una vez más el tiempo fue aleatorio y la historia contingente.

Nada en el país ha transcurrido a espalda de Acción Democrática. No hay obra de beneficio colectivo que no tenga el sello del partido. Es la evidencia clara a 78 años de su fundación.  Más de la mitad de nuestras vidas la entregamos al ideal que nos unió. Y es de justos reconocer las oportunidades políticas y personales que hicieron posible nuestro crecimiento como ciudadanos.

En horas de oscura opresión hubo resistencia, ofrendas de vidas, exilios, confinamientos, torturas, humillaciones, persecuciones, pecho abierto ante la bayoneta cruel, pero sobre todo dignidad frente al feroz perseguidor. Esa historia no estuvo exenta de omisiones, desviaciones, graves errores y traiciones. Hubo de todo, al fin de cuentas fue obra humana.

AD es la tierra nutricia de nuevos partidos políticos. La última división ocurrió en 1967. No olvido la imagen del edificio en Las Mercedes. Yo, un recién llegado a Caracas, veía como la sede nacional se repartía en dos pedazos.  Dos hermanos entraron en discordia y termina ganando la presidencia de la Republica quien nunca hubiera podido con los votos mayoritarios de la gente común.

De allí en adelante se hizo presente un lento proceso de disminución. Todavía éramos muchos con la misma comunidad de sentimientos, aunque unos estaban adentro y otros fuera. A pesar de las circunstancias adversas, el promedio de los resultados electorales de Acción Democrática fue de 32%. Hoy es apenas algo menos de una tercera parte.

Vistas así las cosas, la pregunta que quiero formular con interés histórico  es: ¿por qué llegamos a esta situación de naturaleza extrema? Insisto, la historia me interesa en la medida en que es una construcción que da sentido al presente. La otra concepción, respetable, cuyo método es la composición mediante acontecimientos donde el pasado nunca pasa, no encaja con mi propósito de articular la comprensión del presente. 

Tuvimos un liderazgo político que fue capaz de contener el autoritarismo, que hizo de la conciencia civilista el camino para resolver nuestros problemas y dirimir en paz los conflictos. Tuvimos convicción democracia para admitir la alternancia.  Pero una vez perdida la perspectiva  para renovar el proceso democrático, se abrieron las compuertas y descubrimos que la barbarie seguía viva entre nosotros.

Ahora atravesamos la zona de turbulencia de una crisis profunda  en camino hacia un severo conflicto mayor. Percibimos la disolución de todo vestigio de instituciones democráticas y nos encaminamos a un proceso de violencia, intolerancia, y fanatismo, a la disolución  de los fundamentos de una vida civilizada. No es poca cosa la que está en vilo.

El militarismo disfrazado con el traje de justicia social es una treta pragmática. El propósito es subordinar la sociedad a un estado mafioso. Las relaciones del gobierno con el mundo exterior son afines con los autoritarismos.  Aquel manipula el comodín del imperialismo de Estados Unidos, mientras que las empresas del nuevo zarismo ruso y el capitalismo chino con sus barajitas y abalorios dominan la economía nacional.

La organización social del gobierno se apoya en minorías desclasadas llenas de odio y resentimiento, sin conexión con la clase obrera y campesina. Son los harapientos de espíritu que denunció Carlos Marx en  18 de Brumario de Luis Bonaparte. La propiedad colectiva es una ficción, los trabajadores dueños de nada  ven como las fábricas expropiadas terminan enterradas en los cementerios de miles de empresas venezolanas.

El socialismo del siglo XXI se mantuvo en medio de enormes mil millonarios ingresos fiscales, repartidos a discreción, para beneficio de una nueva y vieja oligarquía de políticos, empresarios y militares. Hoy tenemos  un país más desigual donde contrasta la fastuosa riqueza asiática de la nomenclatura gobernante encumbrada y la pobreza paleolítica de millones en estado de sitio.     

Debemos asumir nuestras responsabilidades. Admito plenamente la mía, sin complejos. No hay espacio para el yo sino coraje para el nosotros. No pretendo aconsejar a nadie ni mucho menos ser juez que sentencia. Para los hombres públicos ya dictaminará la historia.  No puedo dejar de recordar que pertenezco a una generación que fue protagonista. Omitirlo resultaría una flaqueza de espíritu  imperdonable. 

Claudio Fermín, Rafael Ángel Marín Jaén, Timoteo Zambrano, Antonio Ledezma, Luis Emilio Rondón, Johan Perozo, Homero Parra, Pedro Benítez, Ángel Medina, Alfonso Marquina, Manuel Rosales, Eduardo Morales Gil, Pablo Pérez, Domingo Alberto Rangel Vega, Jorge Ramos Guerra, Liliana Hernández, Jorge Millán, Jesús Gabriel Peña Navas, Juan Requesens, muchos más y yo,  fuimos políticos destacados del partido. Paradójicamente, ya no estamos en él. Unos cuantos hemos llegado a tiempos de descuento.    

Mis fracasos no me definen, pero mi determinación sí.
En tres documentos pretendí dejar constancia de mi posición en la acción política nacional. Un documento dirigido a la militancia de AD del 12 de julio de 1990. Un segundo documento dirigido al CEN de AD del 24 de febrero de 1992. Y  el libro de vivencias personales El Rostro humano de la política, en especial el capítulo denominado Reunificación de la familia.

En calidad de candidato a la secretaria general de AD propuse la renovación del partido, modernizar la organización mediante prácticas de democracia interna más amplias. En aquella época tuve la convicción en la bondad de un partido abierto a la sociedad, una formación que dejara atrás la soberbia maquinaria cerrada que nos había enajenado tantas voluntades. Sin falsa modestia hoy digo que la realidad habla por sí sola.

Luego de los sucesos del 27 de febrero que indicaron la presencia de un poderoso malestar social, y tras la intentona militar del 4 de febrero, manifesté que la respuesta no podía ser meras declaraciones de prensa.  Entonces propuse la necesidad de repensar al Estado macro cefálico e ineficiente, avanzar en la implantación de un Estado fuerte que diera al ciudadano la posibilidad de hacer su propio destino. Prediqué en el desierto.

Claudio Fermín fue candidato a la presidencia de la República en 1993. Para competir en las elecciones internas de AD salió de una incomprensible cárcel el mismo día en que se cerraba el lapso de postulación para seleccionar el candidato presidencial de AD.  Él logró ganar las elecciones de base  en una proporción de 80% a 20.    

Derrotado por Rafael Caldera se fue del país. Un grupo de veinte personas acordamos reunirnos en Trinidad y Tobago.  Quisimos  convencerlo  de que regresara a Venezuela gracias a una buena excusa,  la celebración de los cincuenta años de matrimonio de mis padres. Vino y volvió al día siguiente a Estados Unidos. Al  poco tiempo nos enteramos de su regreso al país, y nos sorprendió sus abundantes elogios a Luis Alfaro Ucero, de quien pensábamos sería el último caudillo de la política venezolana.

Después lo vi compitiendo a la presidencia por el partido Renovación. Yo ayudaba a Carlos Andrés Pérez desde el movimiento Apertura.  No niego que hice esfuerzos para  conseguirle respaldo y ver a Claudio y CAP juntos en la calle. Pero Claudio, procurando los votos del Movimiento al Socialismo, acordó el respaldo a cambio de una declaración pública donde conminaba a CAP sobre una situación que ponía en entredicho su honorabilidad.

El viejo proverbio ingles dice que nobleza obliga. Como muchos de sus amigos, a Claudio lo acompañé en la funeraria y en el cementerio, donde fueron llevados los restos de su hijo, víctima de la terrible inseguridad que consume de miedo y desesperanza a la población venezolana. Ese ha sido el pan nuestro de cada día. La crisis del país es integral.

En el 2000 Claudio es candidato independiente y obtiene solo el 3% de los votos. En el 2018 volvió a ser candidato por un partido llamado Soluciones. Claudio terminó cediendo a Henry Falcón, para luego asumir  la jefatura de la campaña. Solicite a Johan Perozo que me consiguiera una cita con Claudio, quería conocer su percepción de lo que estaba ocurriendo. Johan hizo el trabajo a regañadientes, porque si bien coincidíamos en algunas apreciaciones, sentía total indisposición hacia la tarea. Claudio respondió que al regresar a Caracas nos reuniríamos.

Nunca nos vimos ni llamó. Solo supe de él cuando lo vi en un programa de TV en tándem con Juan Barreto. No lo critiqué pues cada quien escoge sus amigos. Y más recientemente pude verlo en plan estelar, en medio de los hermanos Jorge y Delcy Rodríguez, en el pacto de la oposición oficial con el gobierno en la Casa Amarilla.

Conozco a Rafael Marín desde hace cuarenta años. Su hermano fue a Mérida a estudiar en la universidad y encontró en mi hogar un sitio propio. Rafael es inteligente,  rebelde y, por qué no decirlo, valiente. En la década inicial del largo deslave chavista llegó a secretario general de Acción Democrática, el máximo cargo ejecutivo del partido, después que Luis Alfaro Ucero, tras haber sido candidato a la presidencia de la Republica, fuera derrocado y expulsado de AD.   

Rafael fue víctima de uno de los peores atentados ocurridos contra un diputado del Congreso. Estuvo a punto de morir por las graves fracturas y contusiones en el cráneo producidas por bandas armadas del chavismo que asaltaron el Capitolio Federal. Luego de una larga convalecencia y, perseguido por el régimen, logró salir del país. Vivió en Madrid.

Pasado el tiempo regresó al país, Sus amigos nos reunimos para darle la bienvenida. El año pasado nos vimos compartiendo un almuerzo con amigos en La Guaira. Prometimos profundizar la conversación sobre el futuro de Venezuela.  No supe más de Marín hasta que lo vi por TV, sentado en una de las butacas de la Casa Amarilla. Formaba parte  de los corifeos que aplaudía la maquinación de la oposición de utilería.  

Timoteo Zambrano encontró en la política internacional su nicho. Una secretaría de AD a la cual llegó sin votos le abrió las puertas.  Tuvo en suerte caerle en gracia a J. L. Rodríguez Zapatero, y terminó siendo su alter ego. Dijo el español que Nicolás Maduro iba a sobrevivir a Donald Trump si se continuaba con la política de presiones sin alternativas. Fue un chispazo de comprensión descubrir a Timoteo en palacio, leyendo su espaldarazo a la tiranía. No, no es cierta la polarización. La población que abajo padece  no está polarizada. Pero hay gente que ama las cadenas.

Tampoco acuso a nadie porque no hablo desde la superioridad moral atribuida. Quiero, eso sí, dar testimonio del paisaje espiritual de nuestro tiempo. Pienso en el símil. El  ángel de la historia está horrorizado porque constata los destrozos que produce su marcha. Se desplaza sobre cadáveres y escombros. Pese al lamento seguirá dando la espalda al sufrimiento que deja tras de sí.  

Walter Benjamin convirtió el ángel de la guarda de la tradición talmúdica en un mensajero autorizado. Nosotros percibimos aquello que el ángel ve, pero lo interpretamos de otra manera. Vemos los destrozos que causa la historia y creemos que son acontecimientos inevitables. Por eso aquel pensador denunció el embrujo que ponía en pie de igualdad el progreso con el constante eterno retorno de lo mismo. .

Benjamin  comprendió que la lucha social era también una contienda por los bienes culturales que dan confianza y continuidad.  La sentencia suya moviliza el pensamiento: “No hay documento de cultura que no lo sea al mismo tiempo de barbarie”. Su muerte por sobredosis en Portbou, España, invirtió el sentido de aquella máxima. Todo acto de barbarie del oprimido puede suponer un acto de cultura.     

Si la conciencia histórica es el paso del reino de la necesidad al tiempo de los posibles, habrá que formular la pregunta central de la ética de la responsabilidad ¿qué debemos hacer ante los escombros de la debacle nacional? Nuestra primera obligación  es pensar con valentía, sin pereza en el corazón. Postulo que la política económica del socialismo del siglo XXI es la continuación de las ejecutorias de los gobiernos de la democracia representativa.

Los efectos económicos de la revolución bolivariana describen una línea de continuidad, que solo acentúa  las consecuencias ruinosas. Venezuela había vivido experiencias semejantes en los cincuenta años que precedieron al fenómeno chavista. Así por caso padecimos el contrabando de extracción, fuga de capitales, acaparamiento, corrupción por el control de cambio, inflación alta y escasez recurrente.

Los gobiernos de AD y Copey iniciaron los ciclos de inestabilidad y crisis económica. Se inventaron la Agencia de Protección al Consumidor para controlar los precios, y la especulación se desató. Aplicaron el control de cambio con la finalidad de detener la fuga de capitales, pero el Régimen de Cambio Diferencial fue un inmenso dispositivo de corrupción y el dinero fugado al exterior nunca cesó.  

Ambos partidos promovieron con entusiasmo la política de sustitución de importaciones. Pero la escasez perjudicó al consumidor, mientras que los hombres de empresa acudían al pretexto de la competencia desleal. Los empresarios siempre se disgustan con las importaciones, alegan defender la producción nacional. En realidad solo piden protección oficial del Estado.

Los controles son la causa esencial de los problemas. La gente, además, se las ingenia para evadirlos: contrabando, quemacupos, acaparamiento, compras nerviosas,  formas variadas de la picardía criolla. Ni paga impuestos por esas transacciones ilegales. Insistir en las políticas de control es una cristalización ideológica o es una manifestación interesada de los cazadores de renta.   

No puede haber vuelta atrás porque esta herencia es inviable. En trece años, diez  meses y seis días, el gobierno de Hugo Chávez se distinguió por la lengua y una ristra de desastres. Su legado fue un coctel tóxico: recesión, inflación, caída de las reservas, escasez, corrupción diseminada, tasa de cambio sobrevaluada, y empresas expropiadas en ruinas.

Nicolás Maduro continuó el mal manejo económico, con el sobrepeso de su sectarismo. Sin carisma, carente del favor popular,  repartió el poder.  La fuerza armada ha sido el sostén principal de la evolución del chavismo sin Chávez. El ejército ha tomado el control de los negocios más lucrativos. Y las bandas armadas alineadas con su gobierno ejecutan la tarea represiva. 

La carestía aflige a la población, la espiral inflacionaria de siete dígitos ha sido el detonador de la diáspora.  Producir dinero inorgánico es una guerra contra el sentido común. La gente entiende la dimensión del colapso y decide emigrar por cualquier medio. Nadie abandona su casa por gusto. La emigración es una apuesta existencial muy alta. Pero la verdad es que somos un país de abandono.  

El régimen hibrido de rasgos democráticos y autoritarios del chavismo se ha convertido en una dictadura desembozada. La disposición de someter por hambre a la población pone de manifiesto su cruel naturaleza inescrupulosa La oscura importación oficial de artículos de primera necesidad, y su distribución  entre la militancia, es un dispositivo de extorsión alimentaria. Clap en ingles significa aplauso.  

Esta es una tragedia nacional que toma dimensiones de crisis regional. Es el resultado de una política económica de control social llevada a grados extremos. Pero decir que la debacle nacional es obra de una acción racional no es suficiente. También ha habido las anteojeras de los prejuicios ideológicos.   

El final es abierto, esa es la conclusión.  El tiempo no es uniforme, cada momento se despliega en posibilidades que se bifurcan. Sobre  alternativas, contra factuales y discontinuidades imprevistas hay desarrollos sugerentes en la ciencia, la literatura y la historia virtual. En cualquier caso, pienso que los seres humanos hacen su historia arrojados a la libertad angustiosa de elegir y tomar decisiones.    

Si la historia humana está hecha de quiebres y turbulencias que cambian formas y relaciones, al pensar en la dimensión social y mirar hacia el interior de los partidos políticos venezolanos, llama la atención su naturaleza conservadora. Su tiempo es mineral.

La escogencia de los cuadros dirigentes ocurre por un proceso de selección invertido. Para asegurar la concentración de poder en la figura del secretario general, la dirección nacional es conformada por nombres de bajo perfil político, proyección social o influencia académica. AD, por caso, no ha tenido una convención nacional desde el año 2005. 

Quien observe el porcentaje de asistencia de los diputados a la Asamblea Nacional, el número de sus  intervenciones y propuestas, la frecuencia de los planteamientos en los medios sociales,  encontrará una dramática crisis de pensamiento. Y esa falta de consistencia se refleja en la calidad de la acción política. 

Llega Acción Democrática a una edad venerable. La lucha política también es un combate de tipo cultural. Pienso que el partido tiene un capital simbólico importante. Rómulo Betancourt, tres veces aventado al destierro. Leonardo Ruiz Pineda, asesinado por la dictadura militar. Alberto Carnevali, también secretario general, muerto en la cárcel. Ese legado inspira mente y corazones. 

En vista de sus declaraciones y ejecutorias, quedan pocas dudas sobre el carácter dictatorial del socialismo del siglo XXI. El problema es el olfato del oportunismo bien desarrollado.  Los saltimbanquis aparecen en coyunturas electorales a modo de comodines para inclinar la balanza donde más les  conviene. 

En fin, sigue siendo válida la máxima de que en política el engaño no es excusa.